domingo, 7 de junio de 2020

Documentos para una Historia: La muerte en el siglo XVI.

En mis años de investigación de la Historia local, he encontrado y leído muchos testamentos, sobre todo en los Protocolos Notariales que se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real, todos ellos muy interesante y que me han aportado muchos datos, pero datados en los siglos XVIII y XIX.

El documento que vemos en la foto, en cambio, se corresponde con un testamento más antiguo, de mediados del siglo XVI, y tuve la suerte de encontrármelo por casualidad en una caja sin clasificar de nuestro Archivo Municipal. Se trata del testamento más antiguo encontrado hasta el momento. 

Se trata del testamento que la valenzoleña María López dictó ante el escribano del concejo de Valenzuela el 24 de abril de 1560:

María era viuda de Sebastián Sánchez, y tenía un hijo que era cura (religioso franciscano) que se llamaba Sebastián Sánchez López y había muerto justo el año anterior, y una hija llamada Ana, que también había ya fallecido. Era una época en la que la mortalidad era muy alta, vivían en condiciones muy duras y la gente solía morir mucho más joven que ahora.

En su testamento, María se preocupa de cosas mundanas: 

Deja sus ropas a sus sobrinas y a su criada, y salda deudas con los vecinos a los que debía dinero o cereal.

En los testamentos era común hacer repartos de bienes entre los herederos, sobre todo para evitar problemas entre familiares a posteriori. Las clases más acomodadas, sobre todo las mujeres, solían dejar algunos pequeños bienes (como ropas, pañuelos de encaje, joyas) o algo de dinero a las criadas o doncellas que les habían servido en vida, en señal de gratitud. 

Pero en los testamentos, también se ocupaban de asuntos más espirituales: lo primero de todo era dejar misas para su propia ánima, y continuaban normalmente dejando misas para sus familiares ya difuntos (aunque en algunos casos dejaban misas ya por adelantado, o cónyuges que dejaban misas para el que antes muriera de los dos), e incluso me he encontrado casos de misas a amigos.

En el caso de María López, dejó misas para su ánima, la de su marido, sus padres, hermanos e hijos ya fallecidos.

Tras cumplir con los familiares, aparecen las misas que dejaban a sus devociones, apareciendo en estos casos normalmente "el santo de su nombre", o el "santo del día de su fallecimiento", y sobre todo a los santos, cristos y vírgenes que más devoción tenían, apareciendo muchas devociones de la comarca, e incluso de más lejos, son típicas las misas que los valenzoleños dejaban a las imágenes que había en la ermita del Cristo y en la Iglesia, e incluso aparecen - sobre todo entre los que más dinero tenían - las limosnas y obras de caridad.

María ordena misas para San Buenaventura, Nuestra Señora de las Angustias y Nuestra Señora de la Concepción, y, además, deja como limosna un maravedí para cada hermandad o cofradía del pueblo. Pero sobre todo, cumple con un deseo que dejó su hijo el clérigo antes de morir: vender todos sus bienes y dar una limosna a los pobres de Valenzuela el día de Navidad de cada año.



Los testamentos son una fuente histórica importantísima, nos aportan mucha información: datos sobre las familias (para hacer árboles genealógicos), sobre la economía de la época (nos indican los bienes que tenía la gente, las tierras, las diferencias entre clases), sobre la sociedad (había entierros de pobres y entierros de ricos), sobre las devociones y creencias religiosas, e incluso sobre el miedo, los deseos y la inquietud que mostraban nuestros antepasados a la hora de enfrentarse a algo tan natural pero a la vez tan misterioso como es la muerte.


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