Los orígenes históricos
más remotos de lo que hoy es el núcleo poblacional de Valenzuela de Calatrava parece ser que se encuentran en un pequeño castillo o fortaleza de época andalusí,
probablemente almorávide, que se piensa pudo estar situado en el solar de la actual parroquia. No obstante, en el territorio comprendido hoy en su término municipal se han hallado restos de época prehistórica, ibérica, y medieval.
En el contexto de "Reconquista" de la Península Ibérica por los reinos cristianos a costa de Al Andalus, la batalla de las Navas de Tolosa (1212) constituirá un hito importante. A partir de este hecho, los musulmanes se repliegan al sur de Sierra Morena creando el reino nazarí de Granada, mientras los cristianos colonizan enormes territorios de la Meseta sur y valle del Guadalquivir, es entonces cuando toda nuestra comarca pasa al poder de la Corona
de Castilla, y ésta la entrega para su repoblación y defensa a la Orden Militar de Calatrava, pasando a conocerse esta zona con el nombre de Campo de Calatrava.
A partir de entonces los privilegios maestrales serán fundamentales para la repoblación de las nuevas villas o aldeas. Valenzuela era una pequeña aldea, sujeta en el plano administrativo y jurisdiccional a la ciudad de Almagro, los Maestres darán privilegios y facilidades a la gente para que se instalen en estas villas y aldeas como colonos, el hecho de que algunas cañadas o veredas ganaderas atraviesen nuestro término debió contribuir a qué el pueblo se fuese habitando y formando, así como el aprovechamiento de las dehesas que hay al sur y oeste del pueblo.
Entre 1267 y 1284 fue Maestre de la Orden de Calatrava, D. Juan González, que otorgó a los vecinos y moradores de Valenzuela la Dehesa del Moral, situada a poniente, para que sus ganados pudiesen pastar.
Más tarde, en 1322, el Maestre D. Juan Núñez de Prado (que gobernó la Orden entre 1322 y 1355) cedió también la Dehesa del Juncar de la Nava.
Estas donaciones de pastos contribuyeron enormemente a la repoblación de Valenzuela, que se convirtió en una de las 130 encomiendas de la Orden de Calatrava (1331) y alcanzó a finales del siglo XIV los 100 vecinos (cada vecino era una familia).
El
nombre de
Valenzuela tradicionalmente se ha relacionado con la fertilidad de su tierra. Según
el historiador Inocencio Hervás y Buendía se trataría de un diminutivo de
Valencia por su situación en zona de huertas. En las Relaciones Topográficas de
Felipe II (1ª contestación), no sin escasa imaginación, se dice que se llamó "Valencia de los Olores" “respecto
de los huertos que en el había y muchas arboledas”. Una versión, de tradición oral y por tanto poco verosímil, lo atribuye al nombre de un
coronel cuya viuda cedió estas tierras a sus pobladores con la condición de que
le pusiesen a la villa el apellido de su esposo. Mientras que una teoría más actual lo relaciona con el topónimo “Val-“ (valle o lugar rodeado de
montañas) y “-hazuelas”. Pero nada está probado a día de hoy.
Durante toda la Edad Media Valenzuela se encontró inmersa en la poderosa Orden de Calatrava, y durante la mayor parte del tiempo sujeta a la jurisdicción de la sede de esta Orden, Almagro.
El siglo XVI fue de crisis por las epidemias y malas cosechas, estando el pueblo en 1507 a punto de desaparecer, cuando su población se vio reducida a tan solo 13 vecinos, y la Chancillería de Granada la condenó a ser aldea de Almagro.
Durante todos estos siglos, el Concejo de Valenzuela pleiteará con los pueblos vecinos – Granátula y Almagro sobre todo – por cuestiones de pastos en las dehesas y sobre todo para recuperar su título de villazgo.
El siglo XVI fue de crisis por las epidemias y malas cosechas, estando el pueblo en 1507 a punto de desaparecer, cuando su población se vio reducida a tan solo 13 vecinos, y la Chancillería de Granada la condenó a ser aldea de Almagro.
Durante todos estos siglos, el Concejo de Valenzuela pleiteará con los pueblos vecinos – Granátula y Almagro sobre todo – por cuestiones de pastos en las dehesas y sobre todo para recuperar su título de villazgo.
La tan ansiada libertad no llegará hasta el año 1538, cuando Valenzuela recupere la categoría de “villa de por sí con jurisdicción alta y baja, y mero, y mixto imperio como antes solía” mediante pago de 2.000 ducados a la Real Hacienda, necesarios para las guerras que Carlos I estaba llevando a cabo en Europa y el Mediterráneo. Como muestra de gratitud el Concejo adoptó como armas propias el águila bicéfala del emperador, junto a la Cruz de Calatrava (a cuyo señorío perteneció), el castillo (a cuya sombra se cobijaron los primeros pobladores) y el toisón de oro de la ciudad de Almagro. La Carta de Villazgo, joya de nuestro patrimonio documental, se encuentra custodiada en el Archivo del Ayuntamiento, mientras que el escudo puede verse en nuestra Parroquia.
Sin embargo, poco tiempo conservó Valenzuela su libertad. En 1554 la princesa Dña. Juana, acogiéndose a las autorizaciones pontificias para enajenar y vender bienes y vasallos de las Ordenes Militares, vende la villa, su término y su jurisdicción por 10.164.068 maravedíes a Diego Alfonso de Madrid (converso enriquecido, regidor perpetuo de la Ciudad de Almagro e hijo de Marcos de Madrid, tesorero de la Orden de Calatrava).
Valenzuela se convierte así en Señorío y Diego Alfonso en su primer Señor, ostentando todos los derechos que anteriormente pertenecían a la Orden de Calatrava (excepto el Pedido de San Miguel), a parte de una renta anual de 170.000 maravedíes, y otras prerrogativas, como el poder de nombrar un corregidor que gobernase y administrase el Señorío en su nombre, presidir el ayuntamiento, e impartir la justicia civil y criminal. Pero según nos cuentan las llamadas "Relaciones Topográficas de Felipe II", este primer Señor no se portó muy bien con sus nuevos vasallos, los abusos e impuestos fueron tan desmesurados que de nuevo Valenzuela se empobreció y perdió población.
Descendientes de Diego Alfonso de Madrid serán los Zúñiga, hidalgos almagreños que gobernaran la villa durante el siglo XVII, y en la centuria siguiente, los Osorio, uno de cuyos miembros conseguirá en 1773 el Marquesado de Torremejía como pago a sus servicios de armas en Italia.
Durante estos siglos Valenzuela vivirá de la agricultura y la ganadería, siendo la institución de la Mesta y las cañadas ganaderas que atraviesan el término importantísimas para su desarrollo económico y demográfico.
Los Señores y Marqueses de Torremejía contarán con monopolios (como el molino, la bodega y la almazara), nombrarán alcaldes mayores o regidores, otorgarán los cargos del concejo y serán grandes propietarios de tierras y rebaños, mientras sus súbitos se dividían en clases sociales, desde los más pudientes, ricos labradores que controlaban los cargos del Concejo y los pastos de las Dehesas (como las familias de los Galindo y Palacios en el siglo XVI o los Almodóvares en el siglo XVIII), hasta los jornaleros o pobres de solemnidad que solo tenían sus manos o la caridad como forma de ganarse el sustento.
La agricultura se basaba en las huertas de la llamada "Vega de Valenzuela", junto al cereal, la vid y el olivo, apareciendo en el siglo XVIII cultivos industriales como el zumaque, la patata y el tomate. La ganadería estaba en manos de los grandes propietarios que poseían grandes rebaños de ovejas y mayorales (pastores) que las cuidaban, sobre todo en las Dehesas. Los pleitos por cuestiones de pastos y amojonamientos entre el concejo de Valenzuela y el de Granátula (en la Dehesa Vieja y la Dehesa Nueva, al sur del término) o el de Almagro (en la Dehesa de la Nava) serán una constante en la Historia de Valenzuela desde la Edad Media hasta bien entrado el siglo XIX. También habrá ganado de cerda, caprino y bestias que se criaban para la labor, como los bueyes (muy escasos), los asnos y las mulas (se llegaba a contabilizar la riqueza de una familia en función a las yuntas de mulas que poseyese).
La agricultura se basaba en las huertas de la llamada "Vega de Valenzuela", junto al cereal, la vid y el olivo, apareciendo en el siglo XVIII cultivos industriales como el zumaque, la patata y el tomate. La ganadería estaba en manos de los grandes propietarios que poseían grandes rebaños de ovejas y mayorales (pastores) que las cuidaban, sobre todo en las Dehesas. Los pleitos por cuestiones de pastos y amojonamientos entre el concejo de Valenzuela y el de Granátula (en la Dehesa Vieja y la Dehesa Nueva, al sur del término) o el de Almagro (en la Dehesa de la Nava) serán una constante en la Historia de Valenzuela desde la Edad Media hasta bien entrado el siglo XIX. También habrá ganado de cerda, caprino y bestias que se criaban para la labor, como los bueyes (muy escasos), los asnos y las mulas (se llegaba a contabilizar la riqueza de una familia en función a las yuntas de mulas que poseyese).
La villa será rica en fiestas y tradiciones. A las antiguas
cofradías medievales, como la de Santa María o Nuestra Señora de la Nava,
vinieron a sumarse otras, como la de la Vera Cruz (fundada en 1552), la del Santísimo
Sacramento, la Soldadesca de Nuestra Señora del
Rosario, y más tarde la del Cristo de la Clemencia. Cada una de ellas con su organización, imagen, insignias y fiesta o
colación.
Otras fiestas más antiguas desaparecerán, como las promesas o votos a San Agustín y a Santa Marina, que habían tenido mucha devoción entre los valenzoleños medievales debido a que les atribuían milagros como el haber salvado al pueblo de epidemias y a sus campos de las plagas de langosta.
También se arruinarán y desaparecerán las ermitas medievales: Santiago de Villamar (que se encontraba en la Dehesa de Valdelope, hoy término de Aldea del Rey), Nuestra Señora de la Nava y San Agustín, sobre los cimientos de esta última se construirá a finales del siglo XVII la ermita del Cristo de la Clemencia, famosa por sus milagros, y sede de una nueva cofradía.
Otras fiestas más antiguas desaparecerán, como las promesas o votos a San Agustín y a Santa Marina, que habían tenido mucha devoción entre los valenzoleños medievales debido a que les atribuían milagros como el haber salvado al pueblo de epidemias y a sus campos de las plagas de langosta.
También se arruinarán y desaparecerán las ermitas medievales: Santiago de Villamar (que se encontraba en la Dehesa de Valdelope, hoy término de Aldea del Rey), Nuestra Señora de la Nava y San Agustín, sobre los cimientos de esta última se construirá a finales del siglo XVII la ermita del Cristo de la Clemencia, famosa por sus milagros, y sede de una nueva cofradía.
El siglo XIX será un siglo convulso, sobre todo en su primera mitad, Valenzuela se verá afectada por la Guerra de la Independencia contra los franceses (acuartelados en Almagro pero que saquearán Valenzuela en diversas ocasiones) y las sucesivas Guerras Carlistas, en las que combatieron la mayoría de los jóvenes del pueblo, sobre todo en las filas de las tropas nacionales o isabelinas que defendían a la reina Isabel II y la Constitución de 1837. En la plaza del pueblo se construyó un fuerte que no evitó que tropas carlistas entraran varias veces en Valenzuela saqueando y robando.
Los Señoríos serán suprimidos por las Cortes de Cádiz (1812) pero los Marqueses de Torremejía seguirán manteniendo sus propiedades e influencia social en Valenzuela, a parte de algunos privilegios como el de ser "Patrones Protectores de la Parroquia" y cobrar la mitad de los arriendos de los pastos de las dehesas de propios.
Con el fin de estas guerras en la década de los 30 da comienzo del proceso desamortizador (la venta de tierras de la iglesia y el concejo) y se pone en explotación el campo, llega el capitalismo agrario que trajo a nuestra comarca una época, un siglo, de prosperidad. Entre una guerra y otra, entre el final de la etapa más cruda de las Guerras Carlistas en la década de los 30 del siglo XIX y el comienzo de la Guerra Civil de 1936, se producirá la etapa de mayor florecimiento de Valenzuela, y en general de toda la comarca, con una gran expansión de la agricultura, el comercio y la artesanía, Valenzuela creció interrumpidamente hasta llegar a superar los 2.000 habitantes en las primeras décadas del siglo XX.
Aparece una sociedad típicamente clasista, en cuya cúspide se situaba una burguesía rural, enriquecida por el proceso desamortizador, y que controlaban el poder político local (el ayuntamiento) y tenían muchas fincas y cabezas de ganado, dedicándose además a la artesanía (por ejemplo, la carretería) o las profesiones liberales (como escribanos del ayuntamiento o el pósito, maestros de primeras letras, sacristanes, abogados, médicos), eran los "Labradores" o "Propietarios" ("los del pueblo"), con familias cuyo poder ya venía de la época del Señorío (como los Gutiérrez, los Malagón o los Almodóvar) o se enriquecieron ahora (como los Mauro, los Arredondo o los Segura), algunos llegados de lejos (los Mauro eran de la provincia de Valladolid, los Arredondo de Almodóvar del Campo, los Segura de Miguelturra, los Ortega de Ciudad Real, los Cruz de Picón, los Pines de Manzanares...etc.).
Los Señoríos serán suprimidos por las Cortes de Cádiz (1812) pero los Marqueses de Torremejía seguirán manteniendo sus propiedades e influencia social en Valenzuela, a parte de algunos privilegios como el de ser "Patrones Protectores de la Parroquia" y cobrar la mitad de los arriendos de los pastos de las dehesas de propios.
Con el fin de estas guerras en la década de los 30 da comienzo del proceso desamortizador (la venta de tierras de la iglesia y el concejo) y se pone en explotación el campo, llega el capitalismo agrario que trajo a nuestra comarca una época, un siglo, de prosperidad. Entre una guerra y otra, entre el final de la etapa más cruda de las Guerras Carlistas en la década de los 30 del siglo XIX y el comienzo de la Guerra Civil de 1936, se producirá la etapa de mayor florecimiento de Valenzuela, y en general de toda la comarca, con una gran expansión de la agricultura, el comercio y la artesanía, Valenzuela creció interrumpidamente hasta llegar a superar los 2.000 habitantes en las primeras décadas del siglo XX.
Aparece una sociedad típicamente clasista, en cuya cúspide se situaba una burguesía rural, enriquecida por el proceso desamortizador, y que controlaban el poder político local (el ayuntamiento) y tenían muchas fincas y cabezas de ganado, dedicándose además a la artesanía (por ejemplo, la carretería) o las profesiones liberales (como escribanos del ayuntamiento o el pósito, maestros de primeras letras, sacristanes, abogados, médicos), eran los "Labradores" o "Propietarios" ("los del pueblo"), con familias cuyo poder ya venía de la época del Señorío (como los Gutiérrez, los Malagón o los Almodóvar) o se enriquecieron ahora (como los Mauro, los Arredondo o los Segura), algunos llegados de lejos (los Mauro eran de la provincia de Valladolid, los Arredondo de Almodóvar del Campo, los Segura de Miguelturra, los Ortega de Ciudad Real, los Cruz de Picón, los Pines de Manzanares...etc.).
Esta "oligarquía agraria" será la que levante a finales del siglo XIX y principios del siglo XX las grandes mansiones del pueblo (como la casa de los Mauro o de los Blases), siendo su zona residencial preferente las dos plazas (la del ayuntamiento y la de la iglesia) y sobre todo la calle que une ambas y los alrededores de la iglesia. La casa y propiedades de los Marqueses de Torremejía comprendía toda la zona que desde la plazuela de la Iglesia y la calle de la Iglesia se extendía hacia el este (donde hoy está la calle Marqueses de Torremejía, el colegio público, el auditorio, la biblioteca y el Hogar del Jubilado).
En la base de esta sociedad, la mayor parte del pueblo, trabajaba como jornaleros, más o menos humildes, para los anteriores, eran "los del campo". Vivían en condiciones humildes y de las faenas agrarias de cada temporada, el pastoreo, o como peones en las obras públicas del ayuntamiento. Los que más suerte tenían podían pasar a ser administradores o capataces de los bienes de las familias ricas, o como guardas de sus fincas o mayorales de sus ganados. El pósito del cereal se encontraba en la plaza (donde hoy está el bar de la plaza).
Los más pobres recurrían incluso a la mendicidad o la caridad pública, eran los llamados "pobres de solemnidad".
Pero también habrá algunas familias dedicadas al comercio y la artesanía. Eran una especie de clase media dedicada a oficios como el comercio o la venta ambulante, la panadería, la fragua, la carpintería, la construcción (alarifes se llamaba entonces a los albañiles) o la carnicería. Con familias como los Ortega, y posteriormente los Romero, dedicados a la fragua (herraje de las mulas sobre todo), los Fernández y los Naranjo dedicados a la construcción (procedentes de Argamasilla de Calatrava y Torralba respectivamente), los Cañizares y Ávila que tenían comercios de comestibles, o los Imedio o Malagón, familias de panaderos procedentes de Carrión de Calatrava.
La gran mayoría de estas familias de clase media y baja vivían en las 4 manzanas que constituyen el casco principal del pueblo, formadas por una vía principal que va de norte a sur: Calles Dehesa - Plata (en torno al camino que desde Pozuelo iba a las dehesas nueva y vieja) y sus calles paralelas: Calle del Árbol (actual General Aguilera) y Calle del Santo Cristo, y las calles perpendiculares, con orientación este-oeste (dirección Almagro-camino del Río Jabalón): Silos (actual Calle Real), Pajares (actual López Cruz) y Camino del Río y Calle del Charco. Manzanas enormes con inmensos corrales en su interior.
Las casas eran humildes, construidas de tapial y adobe, las casas constaban de solo una habitación, donde solía vivir una familia, con chimenea, y como mucho una cocina, además había corrales para el ganado o las bestias de labor, silos y cuevas para guardar los alimentos, y las cámaras en la parte alta donde se solía almacenar el cereal.
Durante la segunda mitad del siglo XIX se empiedran las calles, se reforma el antiguo ayuntamiento, se construye la plaza (destruyéndose para ello el rollo jurisdiccional o picota que allí había) se canaliza el arroyo Pellejero con zanjas, se construye una prensa o molino aceitero, el pósito del cereal, las primeras escuelas y puesto médico, y ya se había trasladado el cementerio a las afueras del pueblo (en 1829). Aparecen comercios, talleres de carpintería, panadería, carnicería pública, fragua, e incluso el casino. Valenzuela atrae gente de toda la comarca y aún de más lejos, sobre todo en épocas de faenas agrarias como la recolección de la aceituna y sobre todo la siega del cereal.
En la primera mitad del siglo XX Valenzuela continuará siendo un pueblo agrícola pero se construirán en el pueblo gran cantidad de obras públicas, como la glorieta, el cuartel de la Guardia Civil o el edificio de las escuelas nacionales (que se habilitó en el antiguo pósito), llegará la luz eléctrica, el teléfono y el telégrafo.
La década de los 30 del siglo XX, con la agitación política que supuso la II República y sobre todo la Guerra Civil, puso fin a esa etapa de crecimiento y relativa prosperidad. La segunda posguerra, aparte de hambre y miseria, conllevó los comienzos de la mecanización y la modernización agraria. La población rural comenzará a emigrar a otras regiones más ricas e industriales del país, e incluso del extranjero. Hubo una primera emigración en masa antes de la Guerra Civil que tenía como destino la zona minera de Puertollano, a partir de los 50 y 60 hay algunos trabajadores que se van a Alemania u otros países ricos de Europa (como Francia y Suiza) pero sobre todo, la mayoría se dirigirán a las regiones industriales del país: Cataluña, Madrid, levante y País Vasco (por ese orden).
Éxodo rural, sangría demográfica, cuyos efectos aún pueden verse en la actualidad.
Éxodo rural, sangría demográfica, cuyos efectos aún pueden verse en la actualidad.
En el último tercio del siglo XX, la transición a la democracia y la modernización de nuestro país traerá mejoras económicas y servicios sociales para todos nuestros pueblos, como podemos observar en las importantes obras públicas llevadas a cabo durante estas últimas décadas: alcantarillado, viviendas sociales, biblioteca, consultorio médico, piscina municipal, residencia de ancianos, nuevas escuelas, polideportivo, albergue juvenil, auditorio….etc. Progreso en el ámbito rural que esperemos continúe.
Patrimonio artístico y arquitectura popular
La Iglesia Parroquial de San Bartolomé data, según las Relaciones de Felipe II, de 1560, cuando los primeros moradores del pueblo la edificaron sobre el solar del antiguo castillo árabe, y utilizando materiales reutilizados, por ello, en muchas de las piedras de sus muros se pueden contemplar cruces y motivos geométricos, aunque no está claro de qué época son, muchos los consideran visigodos, o al menos medievales, y pudiera tratarse también de estelas del antiguo cementerio que hasta 1829 estaba en los alrededores y la misma iglesia.
Se
trata de un templo de planta basilical, con ampliación hacia el ábside,
tejado a dos aguas, y sin torre, rematado por una espadaña donde se sitúa el campanario.
Su interior consta de una única nave y un coro, así como dos capillas laterales más recientes. En siglos anteriores, los muros alojaron pequeñas capillas, hornacinas o nichos, utilizados como panteones privados de las familias más pudientes (siglo XVI) o como pequeños altares para las imágenes de las cofradías.
Se sabe gracias a los testamentos devocionales de los valenzoleños que en los siglos XVIII y XIX se albergaban en el interior de la iglesia las imágenes de Nuestra Señora del Rosario y Nuestra Señora de los Dolores (cada una en su altar), un San Miguel Arcángel (sobre una pequeña tarima), un Cristo de las Ánimas y un Santísimo Sacramento. En el siglo XIX se añade un San Bartolomé. Ninguna de estas tallas religiosas se ha conservado hasta la actualidad debido a la quema de imágenes producida durante la Guerra Civil de 1936.
Sin embargo, si que se conservan algunos restos de pinturas y frescos medievales en estos muros, destacando una capilla con la representación de “La Conversión de San Pablo”, datada en la Edad Media.
En el siglo XVIII todo el
interior de la iglesia se remodeló en un estilo neoclásico adquiriendo el techo su actual
forma ovalada y perdiéndose probablemente muchos de los frescos que la adornaban.
En 1901 culminan las obras de construcción de la “Capilla de Nuestra Señora la Virgen del Rosario”.
El retablo del altar mayor se construyó en 1772 y es obra del arquitecto y escultor almagreño Juan Joseph Mollor y Briones. Es de madera policromada y con 3 cuerpos, albergando el central la imagen de San Bartolomé, y coronado todo el conjunto por un escudo con los apellidos ilustres de los Señores de Valenzuela y Marqueses de Torremejía (Mejía, Osorio, Zúñiga y Villarreal), “protectores” que fueron de la Parroquia. Contaba con dos alas laterales que fueron destruidas durante la Guerra Civil Española de 1936. Su última reforma importante se llevó a cabo en 1965.
La iglesia también alberga una talla medieval de una virgen sedente con un niño, fechada entre los siglos XII y XIII, típica del primer gótico, se trata de la imagen más antigua de nuestra localidad (la mayoría fueron destruidas en la Guerra Civil de 1936) existiendo pocos ejemplos en nuestra provincia, se encontró en el pajar de una casa particular y se piensa que pudiera tratarse de Nuestra Señora de la Nava, a la que los valenzoleños medievales rendían especial culto y devoción.
De finales del siglo XVII, pero construida sobre las ruinas de la anterior ermita de San Agustín, es la ermita del Santo Cristo de la Clemencia, de estilo barroco. En origen el templo contaba con una sola nave, era la típica iglesia "de cajón", pero con posterioridad se le añadió una segunda nave transversal que dota al conjunto de planta en forma de cruz latina.
La intersección entre ambas naves se salva con una falsa bóveda de cañón sustentada por pilastras adosadas al muro, en cuyo interior hay una cúpula, en las pechinas podemos ver 4 escudos policromados con imágenes de los 4 evangelistas y sus respectivos símbolos.
Hasta la Guerra Civil de 1936 el templo albergaba 3 imágenes: el Santo Cristo de la Clemencia, como advocación y presidiendo en el centro, en el altar mayor, y a ambos lados las dos advocaciones de las ermitas anteriores: Nuestra Señora de la Nava y San Agustín. Imágenes a las que los valenzoleños de los siglos XVII al XIX rendían una gran devoción (más incluso que a las que había en la Parroquia).
Hoy, en la cabecera del altar mayor se encuentra la imagen del Santo Cristo de la Clemencia,
acompañado a ambos lados y en los muros por varias imágenes compradas por el
pueblo durante la última posguerra, como San Antón y un Cristo nazareno. Históricamente, a esta ermita el pueblo le
atribuía un curioso milagro relacionado con la luz de sus velas, siendo también
muy interesante su rica iconografía y su simbología.
La Ermita de San Isidro se encuentra a escasos kilómetros del pueblo, y sobre el cerro del mismo nombre (en la antigua Dehesa Nueva y paraje de las Canteras). Templo dedicado a la advocación del patrón de los agricultores. Construido en 1957 por la iglesia parroquial y la Hermandad de Labradores.
Se trata de un templo sencillo de una sola nave o
planta, reconstruido totalmente hace unos años, y que en origen era blanco,
encalado, y hoy de piedra.
Los alrededores de la ermita cuentan con un porche y
cocina campera, e importante zona de recreo, donde en 2009 se construyó un
albergue juvenil y zona de ocio que lleva el nombre de “Balcón de Calatrava”
precisamente por las vistas que desde aquí se pueden disfrutar del pueblo y que
constituyen un claro ejemplo del paisaje típico de la comarca.
La arquitectura popular de Valenzuela es la típica de casas encaladas de una o dos alturas, siendo la superior en ocasiones una cámara de bajo techo usada como almacén de cereales. Techadas con teja árabe y zócalo de mampostería azulado. Puertas y ventanas de madera, y chimenea. Los patios y corrales solían ser de tapial de tierra o adobes. Hasta la década de los 60 del siglo XX, esta fisionomía dotaba a todo el pueblo de un predominio del color blanco que hacían destacar sobre todo el conjunto o paisaje urbano a la iglesia parroquial, la ermita del Cristo y la casa mansión de la familia Mauro, cuya construcción en piedra le daban un color más pardo o anaranjado.
Las casas de las familias más pudientes se articulaban en torno a un patio central porticado, con columnas de madera o piedra. En algunas casas situadas en la manzana, que hasta los años 60 ocupó la casa de campo y el huerto de los Marqueses de Torremejía, pueden encontrarse aún escudos nobiliarios.
Fiestas tradicionales
Las fiestas patronales son en honor a Nuestra Señora del Rosario. El día grande es el primer domingo de octubre, dando comienzo las fiestas el viernes anterior con la inauguración por parte de las autoridades y el pregonero elegido para ese año, y la cena de gala. El sábado hay ofrenda de flores a la patrona por la tarde, y Rosario de la Aurora el domingo de madrugada, en cuya noche se celebra la procesión principal. Todo ello acompañado por otros actos y actividades. El lunes se lleva a cabo la puja o subasta de las insignias de la Virgen (banderas y palos), siendo la principal la jineta, bastón de mando del siglo XIX (perteneció a uno de los últimos Marqueses de Torremejía, D. Blas María de Alfaraz y Osorio) y cuyo portador actúa como mayordomo mayor o cargo principal en las fiestas del próximo año. Los nuevos portadores de las insignias son “pingorreados” en la Plaza. El martes hay concurso de comida popular por peñas y las actividades continúan hasta el domingo siguiente, o “domingo de la octava” cuando se vuelve a sacar a la patrona en procesión.
El origen de esta fiesta se encuentra en el siglo XVI, aunque la cofradía se fundó en 1617, en principio como Soldadesca, lo cual era típico en el Barroco, con todos los cargos militares y trajes de soldados de la época. En el siglo XVIII el mayordomo o encargado de la fiesta daba una colación o comida y posteriormente en la plaza pública las autoridades (cura y alcalde) rifaban la “bandera de la Virgen” nombrando así mayordomo para el próximo año, la jineta no aparecerá hasta mediados del siglo XIX.
El 17 de enero se celebra San Antón, en la víspera se hacen hogueras y al día siguiente misa y procesión en la que se bendice a los animales. Hasta la década de los 70 era la fiesta principal de los agricultores, se adornaba y engalanaba a las mulas u otras bestias de labor y se daban 3 vueltas con ellas al pueblo, también se hacían carreras de caballos, mulas y asnos en el Camino del Río, y los propietarios tenían por costumbre invitar a una comida a sus trabajadores o gañanes.
El 1 de marzo se celebra el Día del Ángel, en el que los grupos de amigos y las familias van a comer y a pasar un día al campo. Es la bienvenida a la primavera.
El 3 de mayo la Fiesta de la Vera Cruz, la Hermandad más antigua de las vigentes en la actualidad en Valenzuela. Fundada en 1552, fue en origen una Cofradía dedicada a la beneficencia (limosnas, asistencia a enfermos, sufragio de entierros de pobres) por lo que atrajo a las clases populares, era la cofradía "de los pobres o trabajadores" y por ello la más numerosa.
Sus oficios en Semana Santa eran muy duros pues era también una Hermandad de
penitencia. Había 3 mayordomos que daban la “colación” (comida de Hermandad),
uno en la víspera, otro por la mañana y otro por la tarde del día 3 de mayo, se
hacía la procesión, y además había una curiosa ceremonia: la del perdón, que consistía en que todos los hermanos se
pedían perdón los unos a los otros por los agravios u ofensas que hubiesen podido cometer. Era una Hermandad basada en la solidaridad y ayuda mutua entre sus componentes, con una gran preocupación sobre la muerte y la salvación.
En la actualidad se hacen solo las dos colaciones de su día y la procesión. La imagen primitiva de la cruz fue comprada en Almagro en el siglo XIX y fue quemada durante la Guerra Civil de 1936, la actual la construyó un carpintero del pueblo a escondidas durante esa guerra, y es idéntica a la destruida anteriormente.
Fiesta de San Isidro Labrador, el 15 de mayo. Cobró importancia como patrón de los agricultores a partir de la posguerra, promocionada por la Hermandad de Labradores y Ganaderos. Antes de la construcción de la ermita se hacían concursos de arado en los alrededores del pueblo, hoy es una romería o día de campo en los alrededores de la ermita, donde se celebra una misa y procesión con bendición del campo por parte del cura párroco.
Fiesta y procesión del Cristo de la Clemencia, el día 14 de septiembre. La ermita dedicada a esta advocación es del siglo XVII pero la Hermandad y Cofradía no se fundó hasta 1817. En origen se trató de una hermandad elitista, en la que se apuntaban los miembros de las familias más acomodadas del pueblo (anteriormente este papel había correspondido a la Hermandad del Santísimo Sacramento). Esto explica por qué el cura y los alcaldes siempre eran hermanos de esta cofradía, y la rivalidad que mantenía con la de la Vera Cruz.
Antes de su fiesta un hermano cantaba “Las Novenas”, y en el día de antes las
“Primeras Vísperas”, el día del Cristo se celebraban 3 colaciones o comidas de
hermandad por parte de mayordomos que tenían promesa, después se celebraba Misa
Solemne, procesión y un acto de oración individual. Era una Hermandad basada en la oración y la meditación.
Con el tiempo, la fiesta cambió bastante y hoy se da una colación por parte del hermano cofrade que le toque ese año, y por la noche una procesión que termina en subasta o puja de productos típicos del campo o dulces en el patio de la ermita y con vistas a recaudar fondos para la hermandad. Los cofrades también reparten garbanzos y “limoná” entre los asistentes.
Este tipo de colaciones, con "limoná" y "puñao" (de garbanzos) han sido siempre muy típicos en todas las fiestas tradicionales de Valenzuela.
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