Valenzuela siempre ha sido un pueblo de hombres y mujeres trabajadores, sacrificados, pues el trabajo antiguamente era muy duro.
La mayoría, y hasta bien entrado el siglo XX, trabajaban en el campo, como jornaleros, pero también en la construcción, la artesanía y el comercio (como eran las tiendas y tabernas, la fragua, la carpintería).
Cuando el Ayuntamiento decidía hacer obras públicas (como el arreglo de calles) beneficiaba a los jornaleros agrarios que estaban parados.
En el documento de la foto, perteneciente al Archivo de la Cámara Agraria (que pasó al Archivo Municipal hace un par de años) encontramos un boleto que indicaba "las prestaciones personales" de trabajo que llevaban a cabo los obreros cuando se construyeron las nuevas escuelas y la casa de los maestros (1958). En cada uno de ellos aparece el nombre del trabajador y el número de jornales que había echado.
Las prestaciones de trabajo personal eran obligaciones que tenían los trabajadores de echar peonadas en obras públicas, sobre todo había prestaciones para arreglar y adecentar las zanjas del arroyo Pellejero que pasa al lado de nuestro pueblo.
Estas prestaciones podían desembocar a veces en abusos hacia el trabajador, por ejemplo: el 30 de marzo de 1942, recién acabada la Guerra Civil, el entonces dueño de la finca de la Nava, el calzadeño D. Agustín Ciudad Ciudad, sin cortarse lo más mínimo, dice que los vecinos de Valenzuela "en concepto de prestación personal" deben llevarle 1.200 metros cúbicos de piedra y tierra para arreglar el camino de su finca. Menos mal, que el entonces alcalde de Valenzuela, D. Gorgonio Malagón Molina, deja claro que la finca no se encuentra dentro de nuestro término municipal, sino en el de Almagro, así qué se las apañe él.
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