viernes, 1 de mayo de 2020

Nuestra Señora de la Nava de Valenzuela de Calatrava. Imagen y devoción.

En nuestra Iglesia parroquial se conserva hoy una imagen de una Virgen muy antigua, de estilo gótico, por tanto de la Edad Media. La más antigua de la localidad. 

Su aparición en Valenzuela puede deberse a un sinfín de circunstancias fortuitas, aunque se piensa que pudiera ser Nuestra Señora de la Nava, a la cual rindieron mucha devoción los valenzoleños y valenzoleñas desde la Edad Media hasta prácticamente finales del siglo XIX.

Imagen de la Virgen gótica que se encuentra en la Parroquia de
San Bartolomé de Valenzuela de Calatrava.

Se trata de una teoría para la que aún no existen datos que la puedan corroborar. Pero, de todos modos, sea o no esta imagen la antigua Nuestra Señora de la Nava, este artículo constituye una interesante oportunidad de hablar del culto a esta Virgen en Valenzuela, y describir esta obra de arte de nuestro patrimonio.


El culto a Nuestra Señora de la Nava: 
ermita y cofradía.

El culto mariano en el Campo de Calatrava, muy difundido a lo largo de toda su Historia, tiene su origen en la Orden del Cister, a la cual perteneció San Raimundo de Fitero, uno de los fundadores de la Orden de Calatrava, dedicada por ello a la devoción a Santa María, al igual precisamente que las primeras cofradías de las que se tiene noticia en Valenzuela de Calatrava, de los siglos XIV y XV. 

Imagen mariana sobre el arco de entrada a la Parroquia

En una visita arzobispal a Valenzuela en 1491 aparece recogida la Cofradía de Santa María. Teniendo en cuenta que en documentos posteriores se habla de “Santa María de la Nava” o únicamente “Santa María” para referirse a esta devoción, pudiera ser que se refiriese ya a la Virgen de la Nava. De ser así, se trataría de la Hermandad o Cofradía más antigua documentada en nuestro pueblo. Por otra parte, también pudiera tratarse de Santa Marina, a la cual tenían también mucha devoción los valenzoleños medievales. De momento son todo especulaciones.

En las llamadas “Relaciones Topográficas de Felipe II”, redactadas algo más tarde, en 1575, pero que recogen tradiciones muy antiguas, se dice que los valenzoleños y valenzoleñas rendían culto y devoción a los siguientes santos: 
  • Santa Marina, a la que hicieron voto (rogativa) por la pestilencia (peste o epidemia).
  • San José, al que hicieron voto por los temporales.
  • San Gregorio Nacianceno y San Agustín, a los que hicieron voto por las plagas de langosta que se comían los campos de cultivo.

Interior de la Parroquia de San Bartolomé.
Nave principal.

De Nuestra Señora de la Nava no especifica voto, si es que lo hubo, pero el culto era ya importante, y de hecho contaba con ermita propia, al igual que San Agustín.  

La ermita de Nuestra Señora de la Nava se encontraba en las afueras del pueblo. Según documentos del Archivo Diocesano de Ciudad Real, fechados en 1656, se encontraba “en el camino que va a Granátula”. Mientras que la ermita de San Agustín estaba en el camino que va al río. 

La ermita de San Agustín se arruinó a finales del siglo XVII, y sobre sus ruinas se levantó la nueva ermita del Cristo de la Clemencia. La ermita de Nuestra Señora de la Nava, en cambio, debió permanecer algún tiempo más, pues en una visita arzobispal de 1696 se dice que esta ermita “no necesita reparos”. No obstante, debió terminar por arruinarse al poco tiempo, en los documentos del siglo XVIII ya solo aparece en el pueblo la Ermita del Cristo de la Clemencia, donde se debieron albergar las imágenes de las dos ermitas anteriores.

A mediados del siglo XVIII, fray Juan de Valenzuela nos habla en su libro de la Ermita del Cristo, a la que describe como:
Una devota hermita muy adornada con tres retablos nuevos y estofados en los quales están colocadas las efigies de Jesús Crucificado, con la advocación de Jesús de la Clemencia; otra de María Santísima, llamada de La Nava; y otra de San Agustín, cuia milagrosa efigie es de las más perfectas que se ven”.

Altar principal de la Ermita del Cristo de la Clemencia de Valenzuela de Calatrava.

Antigua ermita de San Agustín, aquí se trasladó a principios del siglo XVIII la imagen de Nuestra Señora de la Nava, al arruinarse su ermita. 

El origen y nombre de esta devoción son aún desconocidos, pero pueden estar relacionados con la importancia que tenía para la economía de Valenzuela la llamada Dehesa de la Nava, situada a poniente de nuestro pueblo. En fecha tan temprana como el siglo XIV, en 1322, el Maestre de la Orden de Calatrava concede esta dehesa a los moradores de la aldea de Valenzuela, lo que tuvo que suponer un hecho importante que contribuyó a la repoblación de nuestro pueblo. En este caso la imagen tomaría el nombre de un topónimo, algo muy común cuando se producen apariciones milagrosas, o hallazgos, de estas imágenes marianas en un lugar determinado.

Devoción mariana en Valenzuela de Calatrava (de arriba a abajo y de izquierda a derecha):

1. Imagen de Nuestra Señora del Carmen, en la Parroquia, su capilla cuenta con unos frescos medievales muy interesantes.

2. Imagen de una virgen del Carmen en una casa particular (Calle López Cruz), colocada allí a principios del siglo XX, recibió indulgencias del obispo de la provincia.

3. Imagen de la Virgen del Pilar, en la Parroquia, concretamente en la capilla de la Patrona, Nuestra Señora del Rosario. Con una cruz de la Orden de Santiago.

4. Cuadro de la Virgen del Carmen asociada a las benditas ánimas del Purgatorio (devoción muy común en Valenzuela en los siglos XVIII y XIX). Se sabe la advocación de esta pintura por el escapulario que lleva el niño.

Nuestra Señora de la Nava tuvo su propia Cofradía y Hermandad. Al igual que las demás cofradías del pueblo se suprimió y se volvió a fundar en varias ocasiones, según las circunstancias de cada momento.

En 1509 ya se documenta en Valenzuela una cofradía con esta advocación, aunque pudo fundarse mucho antes. A mediados de ese siglo no sabemos si desapareció, puesto que en una visita arzobispal de 1569 aparece la Cofradía de Santa María, sin especificar si es la de la Nava. Puede que se suprimiese y se volviera a fundar al comenzar la centuria siguiente. De 1601 es un documento sobre esta Cofradía que se encuentra en el Archivo de la Chancillería de Granada, queda pendiente ir allí a investigarlo, es seguro que nos deparará nuevas sorpresas.

Ermita del Cristo de la Clemencia. En su interior habrá una imagen de Nuestra Señora de la Nava desde principios del siglo XVIII hasta 1936.

Durante los siglos XVII y XVIII se documenta la Cofradía y efigia con censos a su cargo, réditos, deudas de los fieles, y administrador, además de algunas propiedades, se sabe que poseía tierras en el camino del Pozuelo, camino del Río y Cerro del Guijo.

En una visita arzobispal en 1656, se dice que esta Cofradía tiene varios bienes, entre ellos una viña en el camino de Granátula y un haza en el Hijar. Se ordena a su mayordomo, Pedro López Cañizares, que pague las deudas que tiene la Hermandad, entre ellas 572 reales y medio, 12 celemines de trigo y una fanega de cebada que debe al presbítero Francisco Malagón. Además se le daba un plazo de 40 días, bajo pena de excomunión, para que realizase un inventario de todas las tierras y censos propiedad de la Cofradía.

En el siglo XVIII se debió suprimir de nuevo, y durante algún tiempo, pues no aparece en un documento tan importante como es el “Censo de Hermandades y Cofradías” elaborado en 1770 por orden del Conde de Aranda, Ministro de Carlos III.

El último dato sobre esta Cofradía que he encontrado es un censo de 1813, por lo que cabe pensar que se suprimió definitivamente a principio del siglo XIX, probablemente durante la Guerra de la Independencia contra los franceses. Sin embargo, la devoción a la imagen pervivirá hasta finales de este siglo.

Gráfico que nos muestra la evolución del culto a Nuestra Señora de la Nava desde 1730 hasta la década de los 40 del siglo XIX, algo más de un siglo.

En la década de los 30 y los 40 del siglo XVIII la devoción se mantiene estable (prácticamente cada valenzoleño o valenzoleña que hacía su testamento dejaba al menos una misa a Nuestra Señora de la Nava).
De la década de los 50 no se han encontrado aún datos.
A partir de 1770 la devoción comienza a ascender, siendo la década de los 80 la de mayor apogeo del fervor de los valenzoleños a esta imagen. En esta década encontramos una media de casi 4 misas a la Virgen de la Nava por testamento, para volver a bajar bruscamente en los 90, y no recuperarse en toda la centuria siguiente. 
Entre 1790 y 1840 se registra menos de una misa por testamento, llegando en esta última década a contabilizarse solo una misa de cada 14 testamentos aproximadamente. No se volverá a documentar ninguna mención a esta Virgen en los testamentos y memorias de misas en lo que queda de siglo, a excepción de una rica limosna que recibió en 1886.

Gráfico: elaboración propia a partir de los Protocolos Notariales del Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real.

Se desconoce si la Virgen de la Nava tenía festividad y cuando se celebraba. Buscando información en localidades actuales que tienen cofradías a Nuestra Señora de la Nava o incluso la tienen como Patrona (la mayoría de ellas situadas en Castilla y León), vemos que la fecha de la fiesta varia según el pueblo, así nos encontramos casos como el 16 de mayo, mediados de junio, u 8 de septiembre.

En 1656, Catalina de Prado, vecina de Valenzuela, deja en una Memoria de Misas las rentas que tenía de una casa en la Calle Pajares para costear una misa a Nuestra Señora de la Concepción y otra a Nuestra Señora de la Nava, cada una en su día, pero no especifica qué días son estos.

En los cientos de testamentos y otros protocolos notariales analizados entre los siglos XVII y XIX, vemos la devoción que los valenzoleños y valenzoleñas profesaban a esta imagen, junto a las otras dos de la Ermita del Cristo de la Clemencia. Se documentan incluso más misas y limosnas a estas imágenes que a las que había en la Parroquia.

En el gráfico vemos como durante este siglo la devoción a Nuestra Señora de la Nava fue la segunda más importante de entre las 3 imágenes que había en la Ermita del Cristo.

El Cristo de la Clemencia, imagen titular del templo, acaparó casi la mitad de misas, seguida por la Virgen de la Nava con casi el 30% de las misas, y por último, San Agustín, con una cuarta parte del total de misas.

Gráfico: elaboración propia a partir de los Protocolos Notariales del Archivo Provincial de Ciudad Real.

La gente dejaba a Nuestra Señora de la Nava gran número de misas en sus testamentos, mencionándola en algunos de ellos como “imagen milagrosa”. También le dejaban limosnas, ofrendas, y censos, o le pagaban las deudas que le debían.

En 1796, Juan Francisco Palomares, una persona influyente de la Valenzuela del siglo XVIII (gran propietario de tierras, y varias veces alcalde ordinario) dice en su testamento que “debe a la fábrica o santuario de Nuestra Señora de la Nava que se venera extramuros de esta villa, en su ermita: 8.285,5 reales”. Palomares aparece como administrador de esta Cofradía en 1790, y aunque era un deudor, en su testamento cumple con todos sus acreedores (incluido el Marqués de Torremejía al que le debía el pago de una mula).

En 1791, Manuela Álvarez de Parras, natural de Almagro pero vecina de Valenzuela, deja en su testamento una misa a cada altar de la Parroquia y a cada altar de la “Ermita de Nuestra Señora de la Nava”.

El hecho de qué a la Ermita del Cristo en algunas ocasiones la llamasen “Ermita de Nuestra Señora de la Nava” no es raro de encontrar durante el siglo XVIII, bien por error, bien por costumbre, o simplemente porque allí se encontraba esta imagen.

En 1781, Manuela Galindo Gónzalez, viuda de Juan de Almodóvar Martínez, y madre del terrateniente D. Cayetano Almodóvar Galindo (alcalde ordinario en 1781 y 1793) – vivían en una casa enfrente de la iglesia – muestra en los dos testamentos que llegó a dictar su gran devoción a “Madre de Dios de la Nava que se venera en esta villa”.

En 1785, María Ruiz Paz, esposa de Pedro Almodóvar (eran de Valenzuela pero vivían en Aldea del Rey), en su codicilo (reforma testamentaria) deja escrito que dona una lámina a Nuestra Señora de la Nava, y otra a su sobrina María López. Debía tratarse de algún cuadro o dibujo.

En este otro gráfico vemos como durante el siguiente siglo la devoción a Nuestra Señora de la Nava sigue estando en segundo puesto. Las posiciones no varían: el Cristo de la Clemencia continua siendo la imagen que más devoción levanta entre los valenzoleños, a la que más misas dejaban en sus testamentos y memorias, mientras que San Agustín sigue siendo la que menos.

Podemos decir que la devoción al Cristo de la Clemencia experimenta una leve bajada, mientras que la Virgen de la Nava es al contrario. El Cristo pierde dos puntos porcentuales mientras que la Virgen de la Nava los gana.
San Agustín ve como su devoción cae en picado durante este siglo, y desaparecerá en el siglo XX. A los valenzoleños del siglo XIX les quedaba muy lejos ya el milagro de este santo, ya no nos acordábamos que en la Edad Media nos "salvo" de las plagas de langosta que azotaban los campos. 

Gráfico: elaboración propia a partir de los Protocolos Notariales del Archivo Provincial de Ciudad Real.

En el siglo XX la devoción a Nuestra Señora de la Nava, prácticamente desaparece, se olvida, pero aún se conservaba una imagen de ella en la ermita del Cristo, hasta que fue destruida en la Guerra Civil de 1936. Muchas personas mayores del pueblo aún se acuerdan de cómo era, así me la describía hace poco María Malagón Corchado:
"La imagen de Nuestra Señora de la Nava que había en la ermita del Cristo era más grande que la virgencita que hay hoy en la iglesia (la imagen gótica), medía sobre el metro y algo. Se encontraba donde ahora está el Cristo de Medinaceli”.

La imagen o talla de la virgen medieval.

La imagen gótica o medieval que hay hoy en nuestra Parroquia se encontró hace relativamente poco tiempo, en la década de los 80 del siglo XX, y no hay constancia de ella antes de la Guerra de 1936, ni en los documentos ni por tradición oral, por lo que probablemente fuese escondida durante el siglo XIX, para salvarla de las guerras y desamortizaciones de los bienes eclesiásticos que hubo durante esa centuria.

Esta virgencita estaba escondida en una cámara de una casa particular. Estas cámaras con piqueras eran utilizadas como pajar o almacén de cereal. Los propietarios de la casa al saber de su existencia no le dieron mucha importancia en un principio, de hecho, nos narran que las niñas de la familia jugaban con ella como si de una muñeca se tratase. Tenemos que dar las gracias a la familia Paz Golderos por haber recuperado y donado tan valiosa obra de arte al pueblo.

Desde el punto de vista artístico, se trata de una talla de madera que representa la imagen de una Virgen sedente, sosteniendo a un niño en sus brazos. Es una escultura típica del Románico tardío con transición al Gótico, muy típicas de la zona pirenaica, sobre todo del Románico Catalán.

Se supone que en la Edad Media estas tallas marianas, debido a su pequeño tamaño, eran llevadas incluso por los caballeros a lomos de sus caballos cuando iban a la guerra, para que les protegieran en el combate, de ahí que se relacionen con las "Virgenes de las Batallas" (como la desaparecida Virgen del Prado de Ciudad Real). Si el guerrero moría, era usual que la abandonase o la escondiera en algún lugar apartado, y por eso más tarde se daban las conocidas como "apariciones", que más bien eran hallazgos casuales de las imágenes por gente que andaba por el campo (la imagen típica es la del pastorcillo o pastorcilla), historias que luego se "adornaban" con tonos más o menos milagrosos.  

Hay muy pocos ejemplos en toda la provincia de Ciudad Real de esculturas de este estilo tan antiguas. Podemos citar como ejemplos a la Virgen de Oreto y Zuqueca de Granátula de Calatrava, la Virgen con el Niño de Villejas (Campo de Criptana) del siglo XII, la Virgen de las Cruces de Daimiel o la Virgen de las Nieves de Montiel.
  
Ejemplos de otras tallas medievales de la provincia (de izquierda a derecha):

Virgen Oreto-Zúqueca, en el santuario del mismo nombre en Granátula de Calatrava.
Virgen románica con el Niño de Villejas, de Campo de Criptana.
Virgen de las Cruces, Patrona de Daimiel. Su hallazgo en el camino de Daimiel a Torralba se atribuye a un milagro.

La imagen cuenta con rasgos muy arcaicos, como son la ausencia de pliegues en las ropas que resta movimiento a la imagen, y la forma de coger al niño por parte de la Virgen que es poco natural, más bien mecánica, por lo que hay falta de comunicación entre ambas figuras.

Pero por otra parte encontramos también características más novedosas, típicas del siglo XIII, como por ejemplo el hecho de que el niño se apoye en la rodilla izquierda de su madre abandonando así la postura original en la que se situaba en su seno a modo de trono divino para ir adquiriendo una postura cada vez más naturalista, y la forma del rostro de la virgen que nos transmite una seriedad y una belleza muy típicas del Primer Gótico.

El niño aparece sentado en un plano de 3/4, rodeado por el brazo izquierdo de su madre, el hecho de que muestre su brazo derecho en actitud de bendecir y con la mano extendida también es un rasgo típico del gótico. En la mano izquierda sostiene la llamada "bola del mundo", seguramente un añadido posterior, que simboliza la universalidad de la Iglesia.

La figura de la Virgen cuenta con una pequeña abertura o ranura en su espalda, donde se encontraron restos de papel, lo que denota que la gente introducía ahí escritos pidiendo a la Virgen milagros, haciéndole promesas, o agradeciéndole favores, a modo de exvotos.


Entre los colores de la talla predominan los tonos rojos, símbolo de la Pasión, el azul del manto de la Virgen, que simboliza la entrega a esa Pasión, y los tonos dorados, que nos remiten a la doble naturaleza de Cristo (divina y humana). 

La talla recuperada se encontraba muy deteriorada, después de tantos años escondida en un pajar había perdido parte de su coloración original, su brazo derecho, así como parte de la mano derecha del niño. Fue restaurada en el año 2000 por los Servicios de Conservación Patrimonial de la Diputación Provincial de Ciudad Real.

El 10 de agosto del año 2000, los Servicios de Conservación del Patrimonio de la Diputación Provincial entregaban al Ayuntamiento de Valenzuela de Calatrava, la talla restaurada de la Virgen gótica.

Actualmente se encuentra expuesta en una pequeña hornacina cubierta por un cristal, con aperturas en la parte superior e inferior para impedir la condensación del aire, y situada en el Evangelio, a la derecha del altar mayor de la Iglesia Parroquial de San Bartolomé de Valenzuela de Calatrava, donde todos sus vecinos y visitantes pueden seguir disfrutando de una joya tan valiosa de nuestro patrimonio histórico y artístico. 

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