En otra entrada de
este blog hablamos sobre los orígenes de la Ermita del Cristo de la Clemencia
de Valenzuela, las ermitas que había en siglos anteriores en nuestro pueblo, y
sobre las ruinas de cuál de ellas se construyó este templo, llegando a la conclusión de que
fue sobre la antigua ermita de San Agustín, mientras que la otra ermita que
había en las afueras de Valenzuela, la de Nuestra Señora de la Nava, se arruinó
y se dejó perder desapareciendo ya completamente en el siglo XVIII.
Sin embargo, ahora veremos como es esta ermita, sus características arquitectónicas, sus cambios a lo largo de la Historia, su simbología y su imaginería.
Vista de Valenzuela desde el camino del Río, en la que se puede ver como destaca la ermita del Cristo. |
La ermita del Santo Cristo de la Clemencia:
construcción, descripción y simbología.
La actual ermita del Cristo se construiría entre finales del siglo XVII y principios del XVIII. Si miramos sus cimientos se nota claramente que se construyó sobre las ruinas de un templo anterior.
Los cimientos de la ermita reflejan que se construyó sobre las ruinas de un edificio anterior. |
En 1696, una visita
del arzobispado de Toledo a Valenzuela, nombra las dos ermitas, San Agustín y
Nuestra Señora de la Nava, y dice que se encuentran ambas en buen estado. Sin
embargo, durante todo el siglo XVIII ya solo se hablará de la Ermita del Cristo
de la Clemencia. Si antes de entrar en la ermita nos fijamos en el muro situado
a la izquierda de la puerta podemos ver grabada la fecha de 1701, quizás el año
en el que finalizó su construcción.
"Año 1701" reza esta inscripción en el muro norte de la ermita. |
La ermita primitiva
de San Agustín contaba únicamente con una única nave, una planta rectangular, era del tipo
conocido como “iglesia-cajón” (ejemplos cercanos son las ermitas de Santa Ana y
la Magdalena, en Almagro). Las obras de la nueva ermita consistirían en la
reconstrucción de esta nave sobre sus antiguos cimientos, y la construcción de
una nueva nave perpendicular a ella (el transepto) que hará que su planta pase de ser
rectangular a tener forma de cruz latina, aunque con brazos muy cortos.
En origen la ermita contaba con una nave de planta rectangular, la construcción del transepto la dotó de una nueva planta cruciforme, como el de tantos templos cristianos. |
El exterior está construido con
materiales pobres que reflejan la crisis económica de esos siglos. Zócalo de
mampostería, tapial y rebordes de ladrillo en las esquinas y en torno a los
vanos, la piedra es predominante en la zona del crucero, el cimborrio y la
cabecera, mientras que los exteriores de la nave principal están construidos a
base de tapial. La cubierta es a dos aguas, excepto en el cimborrio, que es a cuatro. En el
hastial se encuentra la espadaña con un único vano que alberga una pequeña
campana.
Ermita del Cristo desde la calle del mismo nombre. |
En el interior, el ábside
o cabecera, que es plano, alberga el altar mayor con la imagen principal, la devoción titular: el Cristo de la Clemencia. Como en todos los templos cristianos, este muro está orientado hacia el este, por donde sale el sol, y los pies de la nave hacia poniente, donde se pone el sol. En el altar mayor hubo 3 retablos según nos narra en 1760 fray Juan de Valenzuela.
Fachada norte y entrada al interior de la ermita del Cristo. |
El pasillo o nave principal, que va hasta la cabecera o altar mayor, cuenca con hornacinas laterales para albergar imágenes religiosas. Es la zona donde se sitúan los fieles para atender a los oficios religiosos. En la mitad de esta nave se construyó otra nave perpendicular de planta cuadrada y techos más altos con respecto al conjunto
general que, como ya hemos comentado, la dota de planta cruciforme o en forma de cruz.
Interior de la ermita: cabecera y altar mayor. |
La preocupación barroca por
sintetizar el espacio centralizado con el longitudinal se logra mediante la
construcción sobre el crucero de una cúpula, que cae sobre sencillas pilastras
adosadas al muro, y que en el exterior se enmascara con un cimborrio con
cubierta a cuatro aguas ("torre del Cristo").
Este tipo de construcción fue muy común en nuestra provincia en esa época del Barroco (lo podemos encontrar también en la ermita de Nuestra Señora de la Estrella, de Miguelturra, por poner solo un ejemplo cercano).
Esta cúpula constituye una de las principales maravillas arquitectónicas y artísticas de todo el templo puesto que lo realza, siendo lo más representativo y visible de todo el conjunto, por ello los vecinos la conocen popularmente como "la torre del Cristo".
Este tipo de construcción fue muy común en nuestra provincia en esa época del Barroco (lo podemos encontrar también en la ermita de Nuestra Señora de la Estrella, de Miguelturra, por poner solo un ejemplo cercano).
Esta cúpula constituye una de las principales maravillas arquitectónicas y artísticas de todo el templo puesto que lo realza, siendo lo más representativo y visible de todo el conjunto, por ello los vecinos la conocen popularmente como "la torre del Cristo".
Cimborrio que cubre la cúpula del crucero, "torre del Cristo" parte más alta de la ermita. |
El interior de la
cúpula está decorado con un gran círculo, y las pechinas, es decir, los
espacios que están en las esquinas, entre el círculo de la cúpula y los muros
del edificio, aparecen decorados con escudos de yeso policromados en los que
aparecen representados los 4 evangelistas con sus respectivos símbolos, muy usual en ermitas e iglesias con construcciones de este tipo. Se trata de
la única decoración del interior del templo.
Los 4 escudos de las pechinas, y detalle de una de ellas, entre la cúpula y los muros del transepto. |
Los evangelistas
son los autores de las 4 versiones
oficiales que narran la historia de la vida y los hechos de Jesucristo, los evangelios:
San Lucas aparece representado junto a un toro o buey que simboliza el sacrificio (es un animal utilizado para sacrificios rituales por multitud de pueblos), esto se debe a que su Evangelio comienza hablando del sacrificio que Zacarías, padre de Juan el Bautista, hizo a Dios. También aparece a veces representado como pintor. En la pintura que aparece de él en el Cristo aparece sobre fondo oscuro por lo que apenas se vislumbra la figura del toro, puede ser que el tiempo lo haya deteriorado, entre las manos del evangelista si aparece con una especie de pincel.
San Lucas aparece representado junto a un toro o buey que simboliza el sacrificio (es un animal utilizado para sacrificios rituales por multitud de pueblos), esto se debe a que su Evangelio comienza hablando del sacrificio que Zacarías, padre de Juan el Bautista, hizo a Dios. También aparece a veces representado como pintor. En la pintura que aparece de él en el Cristo aparece sobre fondo oscuro por lo que apenas se vislumbra la figura del toro, puede ser que el tiempo lo haya deteriorado, entre las manos del evangelista si aparece con una especie de pincel.
Representación de San Lucas. |
San Marcos aparece representado junto a un león, puesto que su Evangelio comienza hablando de Juan el Bautista que ya predicaba en el desierto antes de nacer Jesús, su voz sería como el rugido del león en el desierto. En esta pintura aparece además con sus evangelios en la mano, mientras que el león asoma la cabeza por la derecha.
Representación de San Marcos. |
San Juan aparece representado con el águila o con un cáliz con serpientes. El primer símbolo representa la ascensión espiritual y Cristo como luz del mundo, puesto que el águila se relaciona con el vuelo y la mirada al sol. El segundo símbolo hace alusión a la leyenda según la cual San Juan bebió veneno de serpiente en un cáliz para demostrar su fe en Cristo y salió ileso. En la pintura que hay en esta ermita se le reconoce por el segundo símbolo.
Representación de San Juan. |
Por último, San Mateo, aparece representado junto a un ángel, que simboliza la genealogía de Cristo (Dios hecho hombre) y a veces también con una alabarda entre sus manos, representando el martirio que sufrió. En la pintura de esta ermita aparece con ambos símbolos, el ángel se asoma a la izquierda (al contrario que en las representaciones de los otros evangelistas, que siempre era a la derecha) y en sus manos sostiene una especie de alabarda o daga. Es quizá de las 4 representaciones la que más clara se ve, o la que mejor se ha conservado.
Representación de San Mateo. |
No obstante, debido a la altura a la que se sitúan estos escudos, su tamaño y la escasa claridad de los colores, no se ven muy bien estas pinturas desde abajo. Quizá necesitasen una reforma, una nueva, aunque delicada, mano de pintura.
El círculo en el interior de la cúpula simboliza la bóveda celeste, mientras que los muros que forman la nave central representan la tierra, lo mundano.
El cielo cristiano está representado por un círculo porque es considerado como la figura geométrica perfecta, no tiene principio ni fin, lo que alude a la eternidad.
La tierra, lo terrenal o mundano, se encuentra en cambio representado por el número 4, puesto que 4 son las estaciones en las que se divide el año (primavera, verano, otoño e invierno), 4 son los elementos que componen la naturaleza (viento, agua, fuego y tierra) y 4 son los puntos cardinales hacia los que además se orientan cada uno de los muros (este, oeste, norte y sur).
La unión de los muros que conforman la planta central de la ermita con la cúpula representa simbólicamente la unión entre el cielo y la tierra, lo celestial y lo terrenal, lo divino y lo humano, lo cual es lógico en un templo religioso, donde el fiel al entrar por la puerta abandona el espacio de su vida cotidiana para pasar a un espacio sagrado.
La cúpula en el interior de la ermita del Cristo. |
Rosetón en el centro del interior de la cúpula. |
La ermita del Santo Cristo en el siglo XVIII:
gran devoción popular.
Durante este siglo será la única ermita que había en el pueblo. La ermita de la Nava se arruinó y su imagen fue traída a esta, a la antigua San Agustín. Sin embargo, en algunos documentos de la época aún vemos gente que llama a esta ermita "San Agustín", quizá por costumbre, o "Nuestra Señora de la Nava", quizás en este caso por error, recuerdo de la anterior ermita, o simplemente por qué aquí se encontraba la imagen de la Virgen de la Nava. Hoy aún hay gente mayor que llama "cementerio" a la plazuela de la Iglesia, cuando dejó de usarse como tal en 1829 al construirse el Campo Santo en el camino de Pozuelo.
Un religioso, intelectual y viajero de nuestro pueblo, Fray Juan de Valenzuela, en su obra (escrita aproximadamente en 1760), describe a la ermita del Cristo como “devota” y “muy adornada”. Curiosamente dedica gran parte de su escrito a describirnos esta ermita mientras que apenas escribe una línea a la iglesia parroquia (de la que únicamente dice que “tiene cura y ayudante o capellán que paga la Villa de sus propios”). Esto nos demuestra el orgullo de los valenzoleños de la época de contar con este templo religioso y la gran devoción que tenían a las imágenes que allí había.
Antigua pila bautismal a la entrada del templo. |
En este mismo escrito de Fray Juan de Valenzuela se dice que había 3 altares con sus respectivos retablos e imágenes:
“…una devota hermita muy adornada con tres retablos nuevos y estofados en los quales están colocadas las efigies de Jesús Crucificado, con la advocación de Jesús de la Clemencia; otra de María Santísima, llamada de La Nava; y otra de San Agustín, cuia milagrosa efigie es de las más perfectas que se ven”.
Para pasar posteriormente a relatar el milagro que se atribuye a este templo religioso y que también aparecía dos siglos antes en las “Relaciones Topográficas” enviadas hacer por el rey Felipe II. El milagro según el cual en esta iglesia la llama de las velas no se apagaba y la cera no se consumía.
Cuadro de la Virgen y velas en el interior de la ermita del Cristo.
Los cuadros eran donaciones por promesas que hacían los fieles.
|
En los Protocolos Notariales del Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real hay cientos de testamentos de este siglo, en su estudio he podido comprobar la devoción que los valenzoleños y valenzoleñas de esta época tenían hacia las imágenes que en esta ermita se veneraban, sobre todo hacia el Cristo de la Clemencia.
Hay muchos testamentos que no especifican y se limitan a pedir misas "para cada uno de los 3 altares de la ermita del Cristo", pero la mayoría si suelen mencionar o nombrar a las imágenes.
La talla del Cristo de la Clemencia se encontraba en el altar central del ábside como corresponde al titular de este templo. Era la imagen de cristo crucificado.
Se trata de la imagen a la que más misas dejan los valenzoleños y valenzoleñas de este siglo, más que a ninguna otra imagen de la ermita ni de las que se encontraban en la Parroquia, y por supuesto más que a otras devociones de otros lugares. La devoción principal del pueblo, podríamos decir, además sin hacer distinción entre clases sociales, aparece en los testamentos tanto de la gente del campo como de las familias más acomodadas del pueblo.
A parte de misas, también he documentado algunas limosnas (en reales o en cera), una ofrenda de un cristo de plata (Testamento de Ana Galindo López, 16 de diciembre de 1785) y el deseo testamentario de que se le dé una misa con sermón (Testamento de Pedro Sánchez Balbuena, 18 de marzo de 1796).
Se desconoce el origen de esta devoción, más aún cuando no existía en el siglo XII. Los valenzoleños medievales y hasta el siglo del Barroco eran más devotos de santos y santas que de vírgenes y cristos.
Imagen actual del Cristo de la Clemencia.
En el patio de la ermita. |
La segunda imagen de la ermita que más devoción recibía según los testamentos conservados es la de Nuestra Señora de la Nava. Esta talla se encontraba según fray Juan de Valenzuela en otro retablo a uno de los lados del Cristo de la Clemencia.
Los valenzoleños y valenzoleñas de este siglo le tenían también gran devoción, dejándole en sus testamentos gran cantidad de misas, aunque también hay que decir que no tantas como a Nuestra Señora del Rosario, cuya imagen se encontraba en la Parroquia y que constituye la tercera devoción más nombrada y que más misas recibía por parte de los fieles, después del Cristo de la Clemencia y el Altar de Privilegio de la Parroquia. En algunos testamentos esta virgen aparece nombrada como "Madre de Dios de la Nava".
Esta imagen tuvo ermita propia en el siglo XVI y XVII, situada en el camino de Granátula, e incluso su propia cofradía, por lo que su origen es más antiguo que el del Cristo. Aunque tampoco se sabe ni se puede demostrar que su imagen sea la de la Virgen gótica que se encontró en un pajar recientemente y se encuentra en la Parroquia, tal y como se ha especulado a veces. Su nombre puede hacer referencia al lugar donde fue encontrada y alusión a que pudiera ser una devoción muy ligada al mundo campesino.
San Agustín tuvo su propia ermita, cuyo solar es esta misma, y su fiesta se celebraba el 28 de agosto con vísperas solemnes, procesión, misa y salve. Su ermita se arruinó y al reconstruirla se consagró al Cristo de la Clemencia, quizá porque en el Barroco fue muy común los cultos a cristos en toda la comarca, pues la devoción a este santo continúo como se ve en las misas y promesas.
A este santo apelan muchos fieles en sus promesas y testamentos como "intercesor" o "abogado de sus almas", aunque no tuvo nunca cofradía.
En el aspecto económico, la ermita además poseía sus propias tierras, al menos tuvo cosechas de cereal, como podemos comprobar en un documento del Archivo Diocesano de Toledo fechado en 1746, y en el que se recoge la recolección de los granos del término que pertenecen a la Dignidad Arzobispal.
Fachada oeste de la ermita del Cristo. |
La ermita del Santo Cristo en el siglo XIX:
ruina y reformas.
El siglo XIX quizá fue más problemático para este templo, o al menos eso es lo que cabe pensar si leemos por ejemplo las actas de las distintas cofradías religiosas que había entonces en Valenzuela. Se trató de un siglo de guerras (la Guerra de la Independencia, las Guerras Carlistas) y desamortizaciones (venta de bienes y tierras de la iglesia, las cofradías y las órdenes religiosas), que afectaron al patrimonio religioso del pueblo, aunque quizá no de la forma tan atroz a como lo hará más tarde la Guerra Civil de 1936.
Fachada sur, donde se puede ver las distintas fases constructivas de la ermita del Cristo. |
En 1817, apenas
terminada la Guerra de la Independencia contra los franceses, está ermita es escenario de la fundación de la otra gran hermandad de Valenzuela, junto a la de la Vera Cruz (fundada en el siglo XVI): la Hermandad del Cristo de la Clemencia.
Según las Ordenanzas de esta nueva cofradía se trata de una ermita situada “extramuros de la villa” y donde se veneraba la imagen del Cristo de la Clemencia, y visto que no existía en esta villa una cofradía dedicada al Señor - así lo expresan en los estatutos - deciden dedicarla a esta devoción. La imagen y la devoción, por tanto, precedió a la Hermandad o Cofradía.
Según las Ordenanzas de esta nueva cofradía se trata de una ermita situada “extramuros de la villa” y donde se veneraba la imagen del Cristo de la Clemencia, y visto que no existía en esta villa una cofradía dedicada al Señor - así lo expresan en los estatutos - deciden dedicarla a esta devoción. La imagen y la devoción, por tanto, precedió a la Hermandad o Cofradía.
Estandarte de la Hermandad del Cristo de la Clemencia, fundada en esta ermita en 1817. |
La nueva Cofradía del Santo Cristo de la Clemencia atrajo desde el principio a las familias más acomodadas del pueblo, tanto por tratarse de algo nuevo como que las clases trabajadoras ya se encontraban adscritas a la Hermandad popular por naturaleza la de la Vera Cruz (que era una Hermandad que ayuda a los pobres). Por lo que en origen fue una Hermandad elitista. El cura párroco y los alcaldes siempre o casi siempre eran hermanos cofrades del Cristo.
Entre los cargos que estableció esta nueva Hermandad se encontraba el de Coadjutor, que era el encargado de barrer - o mandar barrer - y mantener limpia la ermita, ocuparse de su cepillo de las limosnas, abrir y cerrar sus puertas, y tocar la campana en los días que hubiese culto religioso - o buscar a alguien que las tocara - labores que pasarán más tarde a ser competencia del santero.
En 1833 estallan las Guerras Carlistas. El episodio más grave acaecido en nuestro pueblo durante estas guerras será la entrada de la facción o partida carlista de "Palillos" saqueando y robando. La ermita del Cristo debió quedar muy deteriorada y tardó años en ser reconstruida. El ataque carlista dejó a muchas familias del pueblo arruinadas, el alcalde D. Pedro Golderos decide recaudar fondos vendiendo el ejido de Valdeparaiso y "los escombros de la ermita del Cristo" lo que nos da una idea de cómo quedó el templo.
En 1844, el entonces alcalde, D. Tomás Almodóvar López de Gonzalo, lanza un decreto para arreglar la ermita, y en ese documento se lamenta de:
Entre los cargos que estableció esta nueva Hermandad se encontraba el de Coadjutor, que era el encargado de barrer - o mandar barrer - y mantener limpia la ermita, ocuparse de su cepillo de las limosnas, abrir y cerrar sus puertas, y tocar la campana en los días que hubiese culto religioso - o buscar a alguien que las tocara - labores que pasarán más tarde a ser competencia del santero.
En 1833 estallan las Guerras Carlistas. El episodio más grave acaecido en nuestro pueblo durante estas guerras será la entrada de la facción o partida carlista de "Palillos" saqueando y robando. La ermita del Cristo debió quedar muy deteriorada y tardó años en ser reconstruida. El ataque carlista dejó a muchas familias del pueblo arruinadas, el alcalde D. Pedro Golderos decide recaudar fondos vendiendo el ejido de Valdeparaiso y "los escombros de la ermita del Cristo" lo que nos da una idea de cómo quedó el templo.
En 1844, el entonces alcalde, D. Tomás Almodóvar López de Gonzalo, lanza un decreto para arreglar la ermita, y en ese documento se lamenta de:
“Ver con dolor que la única hermita que hay en esta villa bajo la advocación del Santísimo Cristo de la Clemencia se halla arruinada en el cuerpo de ella y próxima a sufrir igual suerte su capilla mayor”
Y buscaba solución
a esta situación:
“y no debiendo tolerar sus mercedes se acabe de consumar su total destrucción tanto por el obsequio que se merece tanto la imagen cuanto por la necesidad de dicho templo que en un lance imprevisto pudiera benzer, acordaron que para reparar en lo posible cuanto va indicado, se abra una suscripción voluntaria entre estos vecinos que serán convocados a la Sala Capitular a hacer las ofrendas que a bien tengan”.
Por tanto fueron los
vecinos y vecinas de Valenzuela los que con sus limosnas salvaron la ermita, o al menos
contribuyeron a ello tras la sabia decisión de este alcalde. Sin embargo, aún
quedaban por llegar años desastrosos y nefastos para esta iglesia barroca en la
centuria siguiente, sobre todo los 3 años de guerra civil, pero antes
de hablar de ello, parémonos a comentar las imágenes que había en la ermita
durante este siglo y la devoción a ellas:
Patio exterior de la ermita el 14 de septiembre, Día de la Exaltación de la Santa Cruz. |
Utilizando de nuevo los Protocolos Notariales del Archivo Histórico Provincial podemos decir que los testamentos siguen siendo abundantes, hay cientos de ellos, pero aumentan con respecto a la centuria anterior en cuanto a número total, lo cual es lógico si tenemos en cuenta que en este siglo la población del pueblo no parará de crecer, pero no en cuanto a porcentaje.
Se observa, sobre todo conforme nos acercamos a finales de este siglo, como el número de misas y de devociones religiosas mencionadas decae progresivamente (algunos testamentos de los últimos años de este siglo ya prácticamente sólo se preocupan de cosas mundanas, reparto de bienes entre los herederos). Hay una progresiva decadencia de la religiosidad popular, la sociedad cada vez es menos devota y más racional (se cree en menos en milagros, intersección de los santos o peregrinaciones y votos).
No obstante, y centrándonos en la devoción, el Cristo de la Clemencia ya no es la principal devoción de los valenzoleños, pasa a un segundo puesto siendo ahora la imagen a la que más misas dedicaban, más limosnas dejaban y más promesas hacían los valenzoleños nuestra patrona, la Virgen del Rosario, cuya imagen tenía su propio altar en la Parroquia.
El Cristo de la Clemencia se convierte en la segunda devoción de los valenzoleños, que tampoco está mal, ambos - la patrona y el Cristo - muy por delante del resto de imágenes, tanto de la ermita como de la parroquia, o más aún, de otras iglesias fuera del pueblo.
Se ha documentado a parte de las misas, que al Cristo se le dejaban también gran cantidad de limosnas: a principios de siglo se le dejaban 4 reales (igual que en el siglo XVIII) que pasaron a ser 25 pesetas a partir de los años 60. En 1886, Doña Mercedes Malagón Almodóvar, dama de la alta sociedad valenzoleña de entonces llegó a dejar una limosna de 250 pesetas (entonces era mucho) al Cristo de la Clemencia.
Al Cristo, al igual que a otros santos, se le dejaban también ofrendas de cera (velas), e incluso exvotos, normalmente como señal de agradecimiento a este santo por alguna curación: en 1815, D. Francisco López de San Juan deja al Cristo dos ojos de cera de 4 onzas, y el 12 de marzo de 1871, Manuela Almodóvar Nielfa, además de unas misas cantadas, entrega a la imagen del Cristo una pierna de cera de una libra.
En cuanto a las otras dos imágenes de la ermita: la Nava sigue por delante en cuanto al número de misas y ofrendas con respecto a San Agustín, cuya devoción cae en picado a lo largo de este siglo. Nuestra Señora de la Nava recibe limosnas, algunas veces incluso en forma de joyas (sobre todo en los testamentos femeninos).
De todos modos, a excepción de la imagen del Cristo de la Clemencia, las otras dos restantes ya no recibirán la misma devoción que en siglos pasados, y muchas imágenes de la Parroquia, como son San Miguel (que se encontraba según los documentos "en una tarimilla"), Nuestra Señora de los Dolores, el Cristo de las Ánimas y Nuestra Señora del Carmen - aunque ésta última nunca se especifica en los testamentos que se encontrase en la parroquia - les superan en cuanto al número y porcentaje de misas y limosnas.
Se observa, sobre todo conforme nos acercamos a finales de este siglo, como el número de misas y de devociones religiosas mencionadas decae progresivamente (algunos testamentos de los últimos años de este siglo ya prácticamente sólo se preocupan de cosas mundanas, reparto de bienes entre los herederos). Hay una progresiva decadencia de la religiosidad popular, la sociedad cada vez es menos devota y más racional (se cree en menos en milagros, intersección de los santos o peregrinaciones y votos).
No obstante, y centrándonos en la devoción, el Cristo de la Clemencia ya no es la principal devoción de los valenzoleños, pasa a un segundo puesto siendo ahora la imagen a la que más misas dedicaban, más limosnas dejaban y más promesas hacían los valenzoleños nuestra patrona, la Virgen del Rosario, cuya imagen tenía su propio altar en la Parroquia.
El Cristo de la Clemencia se convierte en la segunda devoción de los valenzoleños, que tampoco está mal, ambos - la patrona y el Cristo - muy por delante del resto de imágenes, tanto de la ermita como de la parroquia, o más aún, de otras iglesias fuera del pueblo.
Se ha documentado a parte de las misas, que al Cristo se le dejaban también gran cantidad de limosnas: a principios de siglo se le dejaban 4 reales (igual que en el siglo XVIII) que pasaron a ser 25 pesetas a partir de los años 60. En 1886, Doña Mercedes Malagón Almodóvar, dama de la alta sociedad valenzoleña de entonces llegó a dejar una limosna de 250 pesetas (entonces era mucho) al Cristo de la Clemencia.
Al Cristo, al igual que a otros santos, se le dejaban también ofrendas de cera (velas), e incluso exvotos, normalmente como señal de agradecimiento a este santo por alguna curación: en 1815, D. Francisco López de San Juan deja al Cristo dos ojos de cera de 4 onzas, y el 12 de marzo de 1871, Manuela Almodóvar Nielfa, además de unas misas cantadas, entrega a la imagen del Cristo una pierna de cera de una libra.
En cuanto a las otras dos imágenes de la ermita: la Nava sigue por delante en cuanto al número de misas y ofrendas con respecto a San Agustín, cuya devoción cae en picado a lo largo de este siglo. Nuestra Señora de la Nava recibe limosnas, algunas veces incluso en forma de joyas (sobre todo en los testamentos femeninos).
De todos modos, a excepción de la imagen del Cristo de la Clemencia, las otras dos restantes ya no recibirán la misma devoción que en siglos pasados, y muchas imágenes de la Parroquia, como son San Miguel (que se encontraba según los documentos "en una tarimilla"), Nuestra Señora de los Dolores, el Cristo de las Ánimas y Nuestra Señora del Carmen - aunque ésta última nunca se especifica en los testamentos que se encontrase en la parroquia - les superan en cuanto al número y porcentaje de misas y limosnas.
En la Parroquia aparecen durante este siglo nuevas imágenes, no sabemos si ocurrió lo mismo en la ermita del Cristo, a parte de las 3 imágenes principales, únicamente tenemos noticia de una, ya a finales de siglo, y que parece ser no era del agrado de las autoridades religiosas: en una visita arzobispal a Valenzuela el 31 de octubre de 1879, el entonces prior de las 4 Órdenes Militares dejo ordenado:
“Que cuando haya oportunidad y sin que eche de ver se retire la imagen del Señor atado a la columna, que hay en la ermita del Smo. Cristo de la Clemencia, por ser demasiado disforme, y si hace falta, se sustituya con otra mejor, cuando haya posibilidad”.
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La ermita del Santo Cristo en el siglo XX:
antes y después de la Guerra Civil.
El patrimonio artístico y religioso de Valenzuela durante este siglo se vio determinado trágicamente por la Guerra Civil Española (1936-1939), que marcó un antes y un después.
Antes de la guerra, de las primeras décadas del siglo XX, no hay apenas documentos escritos sobre la ermita del Cristo, casi todo fue quemado o destruido durante la contienda, pero los más mayores nos han contado lo que recuerdan de cuando eran niños sobre esta ermita:
El exterior y el edificio debieron cambiar poco, y en su interior había: “unos altares muy bonitos, con adornos, mejor que las hornacinas que hay ahora, con una especie como de racimos de uvas colgando”.
Interior de la ermita del Cristo. |
Las imágenes que se recuerda que había en este templo antes de la guerra eran:
El Cristo de la Clemencia, como siempre, en el altar mayor. Era el crucificado que se sacaba en procesión, y probablemente el mismo que había en el siglo XIX.
Nuestra Señora de la Nava, a la izquierda del Cristo de la Clemencia. Se trataba de una talla de en torno al metro y algo de altura. También es probable que se tratase de la misma imagen de la centuria anterior.
Un Jesús Nazareno, a la derecha del altar mayor, en el muro norte.
Una imagen de San Antón, enfrente de la anterior, en el muro sur. Se trataba de una imagen muy venerada y celebrada su fiesta en el pueblo, sobre todo por los agricultores.
Durante la Guerra Civil se paralizó toda la vida religiosa del pueblo, se asesinó en la cárcel de Almagro al entonces sacerdote, la iglesia se convirtió en almacén y albergue de refugiados llegados de la zona de Extremadura huyendo del avance de las tropas franquistas, y el Cristo se convirtió en almacén de patatas y cebollas siendo sus altares destruidos. Todas las imágenes religiosas de ambos templos, y que no pudieron ser escondidas, fueron pasto de las llamas. Una informante que en aquellos años era solo una niña pero que aún se acuerda, y que prefiere mantener el anonimato, nos narra así los hechos acaecidos en el Cristo:
Después de la Guerra Civil hubo que reparar la ermita y comprar nuevas imágenes. En los años 40 algunos jóvenes del pueblo crearon un grupo de teatro para sufragar los gastos, y algunos particulares también contribuyeron con alguna ayuda. Gracias a ellos se arreglaron los desperfectos y se compraron nuevas imágenes tanto en el Cristo como en la Iglesia.
En esta ermita, las nuevas imágenes serán las mismas que las de antes de la Guerra, a excepción de Nuestra Señora de la Nava que fue sustituida por un Cristo de Medinaceli, e incluso se colocaron todas en el mismo lugar del templo que ocuparon las anteriores.
El Santo Cristo de la Clemencia se encuentra en la cabecera del altar mayor, como corresponde al titular de la ermita, y es la imagen que se utiliza lógicamente en la Procesión del Día de la Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre), conocido popularmente como "Día del Cristo", y en Semana Santa en la Procesión del Santo Entierro del Viernes Santo.
El Cristo de la Clemencia, como siempre, en el altar mayor. Era el crucificado que se sacaba en procesión, y probablemente el mismo que había en el siglo XIX.
Nuestra Señora de la Nava, a la izquierda del Cristo de la Clemencia. Se trataba de una talla de en torno al metro y algo de altura. También es probable que se tratase de la misma imagen de la centuria anterior.
Un Jesús Nazareno, a la derecha del altar mayor, en el muro norte.
Una imagen de San Antón, enfrente de la anterior, en el muro sur. Se trataba de una imagen muy venerada y celebrada su fiesta en el pueblo, sobre todo por los agricultores.
Durante la Guerra Civil se paralizó toda la vida religiosa del pueblo, se asesinó en la cárcel de Almagro al entonces sacerdote, la iglesia se convirtió en almacén y albergue de refugiados llegados de la zona de Extremadura huyendo del avance de las tropas franquistas, y el Cristo se convirtió en almacén de patatas y cebollas siendo sus altares destruidos. Todas las imágenes religiosas de ambos templos, y que no pudieron ser escondidas, fueron pasto de las llamas. Una informante que en aquellos años era solo una niña pero que aún se acuerda, y que prefiere mantener el anonimato, nos narra así los hechos acaecidos en el Cristo:
“Los milicianos sacaron a los santos al patio del Cristo, colocados en filas les pusieron fusiles al hombro y gorras de ellos como si estuviesen haciendo la instrucción, gritando sus consignas de la República. Después los amontonaron y los quemaron igual que hicieron con los de la iglesia”.
Las únicas imágenes que respetaron fueron las que estaban en los panteones del cementerio, puesto que el entonces alcalde, Vicente Cañizares Roldán (alcalde en 1936 y 1937) se opuso rotundamente a que se profanase el Campo Santo, prohibiendo a los milicianos entrar allí.
Procesión del Cristo en su día, el Día de la Exaltación de la Santa Cruz, popularmente conocido como "Día del Cristo". |
En esta ermita, las nuevas imágenes serán las mismas que las de antes de la Guerra, a excepción de Nuestra Señora de la Nava que fue sustituida por un Cristo de Medinaceli, e incluso se colocaron todas en el mismo lugar del templo que ocuparon las anteriores.
Altar de San Antón y Cristo de Medinaceli. |
Cristo de la Clemencia, en el altar mayor. |
También en la cabecera, a la izquierda del Cristo de la Clemencia, se sitúa el Cristo de Medinaceli en una hornacina. Esta imagen no se trajo a la ermita en la posguerra, se trajo más tarde, en los años 90, anteriormente se encontraba en un almacén de la iglesia, donde se estaba deteriorando. Se trata de una imagen en la que solo es talla la cabeza y los brazos, el resto es artesonado de madera. Los brazos son movibles por detrás, Valentín Naranjo Ávila (hijo de Valentín Naranjo Garrido, que tantos años fue sacristán de nuestra parroquia) nos cuenta la anécdota graciosa de que los monaguillos jugaban con esta imagen, moviendo sus brazos para asustar a los monaguillos nuevos, esa era su novatada. No obstante, es una imagen con una iconografía muy típica de la etapa de posguerra, y se sufragaría posiblemente con limosnas de particulares.
Imagen del Cristo de Medinaceli, en la cabecera de la ermita. |
Al otro lado del Cristo de la Clemencia, a la derecha, hay otra hornacina que ahora está vacía, pero que antes albergaba una imagen de una Virgen del Rosario comprada después de la Guerra Civil como patrona del pueblo, aunque al poco tiempo, y debido a su pequeño tamaño, se decidió comprar una talla mayor, que es la actual patrona.
Esta virgen se trasladó de esta ermita al guardapasos que su Hermandad ha construido recientemente junto a la iglesia parroquial, conocido como "Casa de la Virgen". Se saca en Semana Santa en la Procesión del Encuentro, junto a la imagen del Jesús Resucitado, y en las Fiestas Patronales para el Rosario de la Aurora.
Imagen de la Virgen del Rosario que se encontraba
hasta hace poco en la Ermita del Cristo.
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Cabecera de la Ermita del Cristo, con su santo titular flanqueado por las imágenes del Cristo de Medinaceli y la Virgen del Rosario.
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A la izquierda, en el muro norte de la ermita y sobre una peana, se exhibe el Jesús Nazareno, también en una hornacina, con cruz desmontable. Esta imagen es la que procesiona en Semana Santa en la Procesión del Viernes Santo y en la Procesión del Entierro, representando a Jesús cuando portaba la cruz hasta el calvario.
Imagen del Jesús Nazareno, en su hornacina y de cruz desmontable. |
En frente del Jesús Nazareno, en el muro norte, se encuentra el único altar que hay hoy en la ermita, el de San Antón. Se trata de una hornacina enmarcada por un altar de mampostería decorado y coronado con la cruz de Calatrava. Tanto la imagen como el altar fue costeado por José Malagón Molina (padre de las "hermanas Pepas") en 1947, en plena posguerra, años de mucha hambre y penuria económica, y fue construido por la cuadrilla de albañiles de José Mora Fernández (padre de Antonio Mora Almodóvar, también constructor y que ha sido alcalde de Valenzuela entre 1987 y 2011). La decoración la pintó Juan Rodríguez Lozano, un artista polifacético natural de Moral de Calatrava aunque vivía en Valenzuela porque estaba casado con Recuerdo Ávila Almodóvar (son tíos de Valentín Naranjo Ávila, que me ha proporcionado parte de esta información).
Imagen, altar y hornacina de San Antón, construido en 1947. |
Cruz de Calatrava, coronando el altar de San Antón. |
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Campana del Cristo. |
La puerta de ingreso está situada
en la fachada norte, adosada a ella se encuentra un patio con un variopinto jardín, y limitado con muros
rematados con rejas y con dos puertas que dan a las dos calles que lindan con el templo (la Calle de los Carros y la Calle del Cristo),
todo ello restaurado y embellecido recientemente.
Ha habido varias campañas de restauración en el Cristo, quizá una de las más recientes e importantes sea la llevada a cabo en 1996 gracias a los fondos y cursos de formación profesional y talleres para desempleados de Castilla- La Mancha FOREM.
Ha habido varias campañas de restauración en el Cristo, quizá una de las más recientes e importantes sea la llevada a cabo en 1996 gracias a los fondos y cursos de formación profesional y talleres para desempleados de Castilla- La Mancha FOREM.
La ermita del Cristo de la
Clemencia es, junto a la iglesia parroquial, el único templo religioso histórico que existe hoy en
nuestra localidad, las anteriores ermitas se
arruinaron hace siglos, y hasta fecha tan reciente como 1955, cuando se
construyó la ermita del Cristo, no hubo ninguna otra. Fue la única ermita del pueblo, por tanto, durante dos siglos y medio.
A parte de la labor religiosa que esta ermita cumple (sustituye a la iglesia parroquial cuando ésta está en obras o no puede ser utilizada por cualquier otra circunstancia, alberga imágenes religiosas, se celebra en ella la fiesta del Cristo...etc.) cuenta también, como hemos visto, con una interesante historia y un gran valor artístico. Los valenzoleños y
valenzoleñas debemos estar orgullosos de conservar entre nuestro patrimonio un tesoro como lo es esta iglesia barroca.
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Enhorabuena por su blog. Me gustaría hacerle una consulta, puede dejarme su correo electrónico? Gracias.
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