martes, 16 de septiembre de 2014

Los orígenes de la ermita del Cristo de la Clemencia y sus milagros.

La Ermita del Cristo de la Clemencia es una de las dos ermitas que existen hoy en Valenzuela, junto a la de San Isidro, en el cerro del mismo nombre, pero esta última es mucho más reciente (se construyó en 1957, y se ha derribado y vuelto a construir en 2014). Además, cuenta con una Historia y una simbología muy interesantes. 

Los valenzoleños y valenzoleñas debemos estar orgullosos de conservar y contar hoy con una joya artística e histórica como lo es esta ermita del siglo XVII.

Ermita del Cristo de la Clemencia.
Todo indica que la Ermita tal y como es hoy se construyó a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII, sin embargo, tanto la tradición oral como los cimientos nos indican que no se trató de una construcción de nueva planta sino que se levantó sobre las ruinas o restos de una ermita anterior.

En 2007 escribí un artículo sobre este tema para la revista de Historia y religiosidad popular “Veracruz” que se edita todos los años en Puertollano con motivo de la inauguración de su Semana Santa, y que recoge trabajos de historiadores e investigadores no sólo de nuestra provincia sino de toda España, artículo que también se publicó en la revista local de Valenzuela “Garabatos”, en octubre de ese mismo año. En él demostraba que la ermita del Cristo de la Clemencia se construyó sobre la antigua ermita de San Agustín, para ello me basaba en fuentes literarias – aún no había investigado lo suficiente en los Archivos – en concreto en las Relaciones Topográficas de Felipe II, escritas en 1579, los diccionarios geográficos escritos en el siglo XIX (el “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar” escrito por Madoz en 1848, y el “Diccionario Histórico-geográfico” de nuestra provincia, obra de Hervás y Buendía) y sobre todo en el manuscrito de Fray Juan de Valenzuela encontrado solo dos años antes (en 2005). Hoy cuento con algunos datos más encontrados en los archivos históricos, sobre todo en el Archivo Diocesano de Toledo, y que vienen a confirmar esta hipótesis, o al menos no la contradicen.

Vista del Cristo desde las eras entre el camino del Río
y el Camino de Ballesteros

Las ermitas de Valenzuela a lo largo de su Historia.

Las Relaciones Topográficas de Felipe II son un conjunto de preguntas que este monarca ordenó que contestasen los concejos (ayuntamientos) de todas las villas de Castilla con el fin de escribir una Historia General de sus Reinos. Es una suerte que para el caso de Valenzuela se haya conservado este documento, pues para muchos otros pueblos se ha perdido, y nos proporciona una información muy completa de cómo era el pueblo en el último tercio del siglo XVI, gracias a este cuestionario sabemos que Valenzuela contaba en 1579 con 3 ermitas:

Ermita de Nuestra Señora de la Nava: 

Situada a las afueras del pueblo. Entre esta ermita y la parroquia se celebraba la procesión del Jueves Santo, y en ella celebraban sus reuniones los hermanos de la Cofradía de la Santa Vera Cruz el primer domingo de Cuaresma y el Domingo de Ramos, como podemos comprobar en las Ordenanzas de esta cofradía (que datan de 1552). Es probable que se tratase de una ermita de origen medieval, la más antigua de la villa.

Ermita de San Agustín: 

También a orillas del pueblo. Se construyó en el siglo XVI por voto (rogativa) que se hizo a este santo para que librase al pueblo de las plagas de langosta, tan dañinas para la agricultura. Su fiesta se celebraba el 28 de agosto. A esta ermita la gente le atribuía un curioso milagro que ahora después comentaremos.

Ermita de Santiago de Villamar: 

Parece ser que se construyó en el siglo XV y en el siglo XVI se encontraba ya en ruinas, por lo tanto solo se mantuvo en pie un siglo, y aunque pertenecía a Valenzuela se encontraba situada a una legua del pueblo hacia el suroeste, en la dehesa de Valdelope (actual término de Aldea del Rey). Contaba con cofradía propia, y en ella se celebraban procesión, misa y vísperas.

Fachada sur de la Ermita del Cristo de la Clemencia
Durante el siglo XVII ambas ermitas, la de San Agustín y la de la Nava, coexistieron, y parece ser que incluso se pudo haber construido otra fuera del pueblo: un documento del Archivo Histórico Nacional de Madrid – que aún no he tenido la ocasión de ver – recoge la construcción en 1678 de una ermita dedicada a San Isidro “junto a la fuente agria de la Nava”, puesto que no se vuelve a hablar en más documentos sobre esta ermita, es probable que el proyecto de construcción fracasara y se quedase en eso, en proyecto, o bien que la ermita se arruinase al poco tiempo, o incluso que perteneciese a Almagro (cuyo término rodea al de Valenzuela por todos sus límites excepto por su parte sur).

De finales de ese siglo, concretamente de 1696, es una visita arzobispal al lugar de Granátula y la villa de Valenzuela que encontré en el Archivo Diocesano de Toledo, documento en el que se dice que en Valenzuela había dos ermitas: la de Nuestra Señora de la Nava (con una renta de 137 reales al año, y donde se celebraba misa todos los sábados) y la de San Agustín (que no tenia rentas). Se dice también que ninguna de las dos “necesita reparos”, por lo que se deduce que se encontraban en buen estado. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XVIII ya no se vuelve a hablar en ningún documento de ninguna de las dos, únicamente de la del Cristo de la Clemencia.

La cuestión ahora es: ¿sobre cual de las dos ermitas anteriores se construyó esta ermita del Cristo de la Clemencia?

En 2005 aparece una pieza clave para componer este rompecabezas: el manuscrito de Fray Juan de Valenzuela, un religioso que, como era costumbre en la época, tomó el nombre de su pueblo natal al ingresar en la Orden de los Jerónimos (su nombre de seglar era Juan Martín del Hierro Zamorano) y que es autor de una obra sobre varios pueblos de la provincia de la Mancha, entre ellos el suyo natal. Esta obra nos proporciona un dato importante que nos lleva a afirmar con mucha probabilidad que:


La ermita del Cristo se construyó sobre la de San Agustín.

En las Relaciones Topográficas de Felipe II se habla de un milagro que se producía en la ermita de San Agustín:
Siguiendo misa de Réquiem por los difuntos, por los cuales oficios arden cantidad de cirios de cera que muchas personas llevan por devoción y en todo el tiempo que arden mientras se dicen los oficios no se gasta cera ninguna y de esto se ha tomado muchas veces testimonio por ante escribano, dicen que se vino a entender este milagro que faltando una vez la cera buscaron prestados ciertos cirios para cumplir su fiesta y cuando los devolvieron a sus dueños queriendo ver lo que faltaba para pagárselo, no faltó ninguna cera y desde entonces lo han experimentado muchas veces y es cierto”.
Casi 200 años más tarde, en torno a 1760, Fray Juan de Valenzuela nos habla del mismo milagro pero situándolo ya en la ermita del Santo Cristo de la Clemencia:
Resplandece su majestad en ella con un continuado milagro, pues en la cera que sirve a sus festividades nunca se admite al mayordomo por haberse experimentado que, aunque se gastan las velas en cuanto a el tamaño, en cuanto a el peso no: de lo que tengo en mi poder testimonio que lo saqué ante dos notarios.

Por tanto si se registra el mismo milagro lo más lógico es pensar que se trate de la misma ermita, es difícil pensar que un fenómeno tan extraño se produzca en lugares y tiempos diferentes.

Los milagros y leyendas cuentan con una mínima base de certeza y el resto son exageraciones y supersticiones de la gente que se van transmitiendo de forma oral de generación en generación, pero que responden a algún motivo ideológico o religioso, en este caso se trataría de un milagro asociado al culto a la luz: la oscuridad se asocia con el mal y la luz con el bien, que en un espacio considerado sagrado como es el de una ermita las velas nunca se apaguen es señal de que allí impera el bien.

Manuscrito de Fray Pedro de Valenzuela,
hablando sobre su pueblo.
         
La ermita de Nuestra Señora de la Nava debió por tanto desaparecer en la primera mitad del siglo XVIII, pese a que en la visita arzobispal de 1696 se diga que se encontraba en buen estado y no necesitaba arreglos, y la de San Agustín pasaría a ser la del Cristo de la Clemencia también en esas fechas. 

Si antes de entrar en la ermita nos fijamos en el muro situado a la izquierda de la puerta podemos ver grabada en una de las piedras la fecha de 1701, tradicionalmente considerado el año en el que finalizó su construcción, o al menos alguna de sus reformas.

Fecha grabada en el muro norte de la ermita del Cristo.

Al arruinarse la ermita de Nuestra Señora de la Nava, que aún desconocemos donde se encontraría ubicada, no solo se trasladó la imagen titular a la nueva y única ermita, sino también la tradición de la celebración de misas los sábados, que respondía a una “memoria antigua” (capellanía y promesa testamentaria) tal y como demuestran los documentos encontrados a partir de 1760:

Fray Juan de Valenzuela nos describe el interior de la ermita adornado con 3 retablos “nuevos – por tanto de la primera mitad del siglo XVIII – dorados y estafados”, cada uno de ellos con: “un Jesús Crucificado, con la advocación de Jesús de la Clemencia, otra de Santa María, llamada de la Nava; y otra de San Agustín”. Los titulares de las 3 ermitas comentadas.

Un poco más tarde, me encuentre en unos Protocolos Notariales de 1777 del Archivo Histórico Provincia de Ciudad Real: que Agustín Francisco García – que fue alcalde de Valenzuela en varias ocasiones durante la década de los 70 y 80 del siglo XVIII – se considera muy devoto de Nuestra Señora de la Nava y por eso un huerto que tiene en el Toledillo se encuentra cargado con “réditos anuales por devoción o santuario de la Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de la Nava que se venera en la hermita del Santísimo Cristo de la Clemencia, extramuros de ella”. Lo que demuestra que la imagen se trasladó a esta ermita.

Otro documento, esta vez del Archivo Diocesano de Toledo, y fechado en 1794, a finales de este siglo, nos demuestra la continuación en la ermita del Cristo de la Clemencia de la memoria de misas cantadas que se celebraban todos los sábados en Nuestra Señora de la Nava. Se trata de una petición: D. Bernardo López Pastor, párroco de Valenzuela, pide al Cardenal y Arzobispo de Toledo que le aumente la limosna por “cantar todas las semanas en el sábado a nuestra Señora de la Nava, que está en una hermita extramuros de esta villa, una misa y responso” con la advertencia de que ningún otro cura se quería hacer cargo de dar estas misas. No especifica el nombre de la ermita, pero en esas fechas el Cristo de la Clemencia era la única que había. Aunque no se trata de un dato relevante en el tema que nos ocupa, para que los lectores del blog no se queden con la duda, decid que el arzobispo de Toledo finalmente cedió y aumentó la limosna por misa cantada al doble, tanto al cura (que pasó de cobrar 4 a cobrar 8 reales cada sábado) como a su sacristán (de 2 a 4 reales), por tanto, y si me permiten la broma, no le salió mal la jugada al clérigo pedigüeño.

Hermanos cofrades y estandarte de la Cofradía
del Cristo de la Clemencia.

La clave de la hipótesis de que la ermita del Cristo de la Clemencia es la antigua de San Agustín es el milagro, la alternativa sería que se hubiese producido el caso inverso: que la ermita del Cristo se hubiese construido sobre la de Nuestra Señora de la Nava, y la ermita de San Agustín se hubiese arruinado, en cuyo caso no sería la imagen de esta virgen y la memoria de misas las que se hubiesen trasladado de una a otra, si no la imagen de San Agustín y la tradición del milagro (que formaría parte del imaginario colectivo de los valenzoleños) la que se hubiese cambiado de San Agustín a la Nava, lo que en mi opinión es más inverosímil. 

Por fin, el año pasado (2018), me encontré en el Archivo Diocesano de Ciudad Real un documento que venía a despejar todas las dudas anteriores y reafirmar mi teoría de qué la actual ermita del Cristo se construyó sobre la de San Agustín: 

En un libro de capellanías (misas, limosnas y ofrendas que la gente dejaba a la iglesia en sus testamentos) del año 1656 se dice que la Ermita del Cristo de la Clemencia "se encuentra en el camino que va al río Jabalón o camino que va a San Agustín" (la gente recordaba aún el nombre de la antigua ermita) mientras que la ermita de Nuestra Señora de la Nava "se encuentra a la salida del pueblo, en el camino que va a Granátula". 



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