lunes, 7 de octubre de 2013

Mañana será Historia: la procesión de la Virgen del Rosario 2013

Un año más, y como cada primer domingo de octubre, los valenzoleños y valenzoleñas y todos los que en estas fechas visitan nuestro pueblo han visto salir en procesión a nuestra patrona: la Virgen del Rosario.


Autoridades, portadores de las insignias y banderas, fieles tocados con los trajes regionales manchegos, quintos cumpliendo su tradicional papel de acompañantes, banda de música, devotos todos en definitiva acompañaron a la patrona desde su salida de la iglesia hasta finalizar la procesión por las calles principales de la localidad.


Si nos remontamos al pasado, a los orígenes de esta devoción, podemos decir que en la Edad Media era más importante el culto a los santos que a las vírgenes. Se trataba de una sociedad que vivía bajo condiciones muy duras y por ello se apelaba a la intersección de los santos para que les ayudasen a soportar todos los sufrimientos padecidos en la vida terrenal, así en cada lugar eran devotos de un determinado santo, "especialista" en un determinado mal, y a los que los fieles dirigían votos y rogativas para que les ayudasen. En nuestro caso, y tal y cómo podemos comprobar por la lectura de las Relaciones Topográficas de Felipe II (escritas en 1575) los valenzoleños medievales eran devotos de San Agustín y San Gregorio Nacianceno, a los que hicieron voto o rogativa para que los librase de un mal que ha sufrido nuestro campo desde siempre: las plagas de langosta; también de Santa Marina, a la que pidieron ayuda por unas pestes que asolaron el pueblo en siglos pasados; y de San José, al que pedían protección contra los temporales.

La devoción al Rosario arranca de la Batalla de Lepanto, en pleno siglo XVI, y en Valenzuela comenzará a consolidarse a principios del siglo XVII. En un documento, que ya conocía por referencias en libros sobre Historia de nuestra provincia y que busqué en el Archivo Diocesano de Toledo, se habla de como un prior de los dominicos de Almagro, Fray Sebastián Abad, instaura en nuestro pueblo la Cofradía y Soldadesca de Nuestra Señora del Rosario con el fin de fomentar la devoción al Santo Rosario y a los actos religiosos del primer domingo de octubre, que parece ser que se encontraban muy descuidados, en declive.


Hoy, después de haber pasado tantos siglos la veneración a la Virgen del Rosario se encuentra en pleno fervor entre los valenzoleños, y al margen de las creencias religiosas que cada uno podamos tener, es respetable el observar la devoción con que los fieles, pueblo tradicionalmente agrario y trabajador, aguardan todo un año para ver salir a su patrona en procesión y dirigirle sus plegarias. 

Al igual que ocurrió, una vez más, el domingo pasado.




jueves, 1 de agosto de 2013

Homenaje a Julio Mauro Golderos.

Escribir sobre Valenzuela de Calatrava, y sobre todo conocer su Historia, es escribir también sobre las personas que han hecho posible que esa Historia, que nuestra cultura y tradiciones, se conserven y se conozcan, por ello no puedo dejar de hacer aquí un pequeño homenaje a una gran persona y un buen amigo que por desgracia nos ha dejado recientemente y de forma repentina, una persona que quiso mucho e hizo mucho por nuestro pueblo: Julio Mauro Golderos.
Somos muchos los que coincidimos en que Julio era una de las personas que más sabía sobre nuestro pueblo, sobre sus gentes, su Historia y sus tradiciones; tanto por los cargos que ocupó en el Ayuntamiento como por su gran cultura y permanente voluntad de aprender cada día, Julio era toda una eminencia por todo lo que sabía sobre el pueblo y en general sobre toda la provincia.


Julio Mauro saluda al obispo de Ciudad Real,
Antonio Algora.

La familia de Julio ha sido una familia influyente en el pueblo a lo largo de los dos últimos siglos, los Mauro, antepasados de Julio, procedían de Medina de Rioseco (Valladolid), vinieron a Almagro a principios del siglo XIX para ejercer como médicos y acabaron asentándose en Valenzuela al calor del proceso desamortizador de la tierra que se estaba llevando a cabo durante esas décadas. La mayoría de los Mauro fueron alcaldes del pueblo e incluso hubo algún diputado provincial. La abuela de Julio, Dña. Leandra López López, fue una mujer que ayudó a las familias más pobres del pueblo y por ello el Ayuntamiento la homenajeó en 2004 poniéndole su nombre a la calle donde vivía; el tío de Julio, D. Francisco Mauro López, fue una persona muy culta y primer alcalde de la II República, y su padre, Ángel Mauro López, es uno de los que más tiempo ha ocupado la alcaldía, y en unos años difíciles como eran los de la posguerra ayudó a mucha gente salvando a muchos de nuestros vecinos de la represión franquista.

Casa de la familia Mauro, en la Plaza de la Constitución.

Julio Mauro no pudo estudiar como si que hicieron sus hermanos en Madrid debido a sus problemas de salud, su ceguera fue aumentando con el tiempo y llegó a ser total en sus últimos 30 años de vida, sin embargo eso no era impedimento para que se moviera libremente por el pueblo y nos conociera a todos solo con oír nuestra voz cuando le saludábamos, se nos va a hacer muy raro no verle más en la Plaza de la Constitución saludando y charlando con todo el mundo, deleitándonos con su sabiduría y todas las anécdotas y “chascarrillos” que se sabía a todos los que nos gustaba conversar con él y tan grata, interesante y amena se nos hacía su compañía.
La dedicación principal de Julio fue la administración de las tierras que heredó de su padre, sabía tanto de campo que muchos lo definían como un verdadero “catastro”, conocía todos los caminos, cerros, terrenos, y parajes del pueblo, además de a sus propietarios. Al igual que también era raro el pueblo de la provincia que le nombrases del que no supiese algo interesante y sobre todo en el que no conociese a alguien o tuviese amigos.
La política local fue su otra su gran pasión. Concejal durante 32 años – y no 23 como dijo el Diario Lanza en el artículo que publicó tras su muerte – y 2 de alcalde, Julio estuvo dedicado a servir a su pueblo desde 1979 hasta 2011, prácticamente toda la democracia. Tras una primera etapa de concejal, en 1983 Julio se convirtió en alcalde de Valenzuela, el 5º de la democracia, a él le debemos por ejemplo y entre otras muchas cosas la celebración del Pregón como acto de inauguración de las Fiestas Patronales. A partir de las elecciones de 1985 Julio unirá su devenir político al PSOE de Valenzuela y será teniente alcalde hasta su retirada definitiva de la política en 2011.

Gobierno local y funcionarios del Ayuntamiento en 1988. 
Julio Mauro es el 4º por la izquierda.

He de decir que por tratarse de un pueblo pequeño en el que todos nos conocemos y sobre todo por amistad con la familia, mi relación con Julio puede remontarse a prácticamente mi más tierna infancia, durante su alcaldía (1983-1985) yo era un niño que cursaba EGB en un colegio de Manzanares y pasaba las vacaciones y la mayoría de los fines de semana en Valenzuela, sin embargo será conforme crezca y sobre todo conforme desarrolle mi afición por la Historia en general y la Historia local en particular cuando nuestra relación se vaya haciendo más estrecha. Julio me felicitó por mis primeros artículos en el periódico local, y desde entonces se convirtió para mí en un referente a la hora de investigar y saber más sobre la Historia de nuestro pueblo, al igual que también lo fue Juan José Malagón, otro amante del pueblo y de la Historia (y al que también debo un homenaje), es por ello que muchas veces antes de investigar un tema acudía a él en busca de consejo, el siempre me proporcionaba datos valiosos, me guiaba donde tenía que buscar más información o con quien debía hablar de un determinado tema, tanto es así que cuando mis amigos me preguntaban de donde iba a sacar la información para escribir sobre tal o cual tema en plan de broma yo siempre les respondía que lo primero que haría sería consultar en el “Joogle”. Cuando iba a algún archivo histórico en busca de información Julio siempre me preguntaba y se interesaba por lo que había encontrado, pidiéndome incluso copias de muchos documentos que él quería tener y que luego me pedía que le leyese una y otra vez. Siendo teniente alcalde yo siempre le pedía permiso para consultar los fondos del Archivo Municipal o los libros del Registro Civil y él, con la campechanía que le caracterizaba, siempre me contestaba: “estas dejao”; cuando una técnica archivera de la Mancomunidad vino a clasificar los fondos del Archivo Municipal y vio la recopilación que yo había hecho en un CD de documentos de los siglos XVII y XVIII le dijo a Julio que era un gran trabajo que les facilitaría a ellos el suyo, y él les contestó que lo había hecho un “buen muchacho” como él me solía calificar en tantas ocasiones. Valga también como otra anécdota graciosa cuando encontré en el Archivo Municipal un documento del siglo XVIII en el que un vecino de Granátula pedía ser aceptado como vecino de Valenzuela, debió darle tanta lata al administrativo del Ayuntamiento, a Francisco, granatuleño también, con el dichoso documento, que otro día cuando fui al Ayuntamiento a realizar un trámite meramente administrativo me dijo riendo: “a otra vez que subas al Archivo Histórico no le des a Julio documentación subversiva”, y es que Julio siempre estaba de buen humor.
La última vez que converse con el sobre Historia fue cuando le pedí que me hablara sobre Valenzuela a principios del siglo XX, había hecho un reportaje fotográfico para el grupo de Historia de Castilla La Mancha que tenemos en Facebook y quería contrastar algunos datos y dudas que me habían surgido al hacerlo, como siempre él se mostró encantado de ayudarme y como siempre fueron unos momentos muy gratos charlando en su casa, donde por otra parte es una delicia contemplar la cantidad de fotos antiguas que tiene, quedamos en que otro día iría para seguir charlando, continuaríamos donde lo habíamos dejado y seguiríamos hablando sobre la Guerra Civil en el pueblo, un tema que me apasiona, además le comenté que había ido por el Archivo Histórico Nacional en Madrid y estaba a punto de completar la lista y el árbol genealógico de todos los titulares del Señorío de Valenzuela y los Marqueses de Torremejía, desde el siglo XV hasta la actualidad, y que cuando lo tuviera acabado donaría un ejemplar al Ayuntamiento, el se mostró entusiasmado con la idea. Pensé que aún me quedarían muchos ratos que pasar en su compañía y mucho de lo que charlar con él, sin embargo no fue así, la desgracia fue tan repentina que en cuestión de una hora supe de su enfermedad y me enteraba de su fallecimiento, noticia que dejó consternado a todo el pueblo.
Hay un proverbio africano que dice que “cuando muere un anciano se quema una biblioteca”, Julio quizá no era aún un anciano, al menos no tanto como para dejarnos, pero en su caso el proverbio se cumple por todo lo que sabía, a parte de despedir a una gran persona que por su forma de ser se hacía querer por todo aquel que tenía ocasión de conocerle, con Julio era interesante charlar porque siempre se aprendía algo nuevo, el te demostraba que era posible entenderse y llevarse bien con todo el mundo al margen de diferencias o distinciones políticas y que había que ayudar y apoyar siempre a los que más lo necesitan como el mismo demostró siendo alcalde y concejal, los que tuvimos la suerte de conocerle y trabar amistad con él le echaremos mucho de menos, ha dejado un vacío enorme en nuestros corazones, yo personalmente le estaré además eternamente agradecido por todo lo que me contó y me enseñó sobre el pueblo, sobre nuestro pueblo. La vida sigue pero el recuerdo queda.

Hasta siempre amigo, descansa en paz.

martes, 30 de abril de 2013

Los restos antiguos encontrados en el término de Valenzuela

El historiador D. Manuel Corchado Soriano - nacido en Madrid en 1913, aunque de familia originaria de Almodóvar del Campo - en uno de los interesantes libros que escribió sobre el Campo de Calatrava y sus pueblos decía que el término municipal de Valenzuela de Calatrava era "pequeño y de escaso relieve", y que por ello no se habían encontrado en él restos importantes de culturas primitivas, sin embargo, también destacaba que se encontraba cerca de importantes yacimientos arqueológicos, como La Encantada y Oreto, y por tanto aconsejaba “no descuidar su explotación que deseamos sea fructífera”.

Fructífera o no, afortunadamente cada vez se tienen más datos materiales sobre nuestro pasado, sobre las épocas históricas anteriores a la fundación del pueblo por la Orden de Calatrava (siglo XIII), y de las que no existe documentación escrita, esa inmensa "Prehistoria" en la que se desarrollaron muchas culturas y que sin duda sus gentes ya debieron pasar, e incluso asentarse, en el territorio de lo que hoy es nuestro término municipal.

Prácticamente, de todas las culturas históricas anteriores a la Orden de Calatrava que se dieron en nuestra región hay vestigios en nuestro término municipal. Que se encuentren muchos o pocos restos de cada una de ellas depende del azar o de qué se hayan conservado o no hasta la actualidad.

Los datos que hoy se tienen de ese pasado se deben a los estudios arqueológicos (como la Carta Arqueológica) y a las fuentes orales. 

Los antiguos pobladores de Valenzuela ya eran conscientes de la existencia de restos históricos en nuestro pueblo, y en ocasiones dejaron noticias escritas sobre ello, aunque le solían echar mucha imaginación y fantasía por lo que tenemos que ser cautos a la hora de analizar esos datos. 

En 1575 los vecinos de Valenzuela que contestaron a las preguntas de las famosas "Relaciones Topográficas ordenadas por el rey Felipe II" decían que:
En esta villa se hallan algunos rastros de cimientos de cal y canto antiguos debaxo [debajo] de tierra y algunas maneras de tintes y muchos silos antiguos y cuevas viejas
Más imaginación aún le echa dos siglos más tarde Fray Juan de Valenzuela cuando en una obra que escribió sobre la Mancha (1760) escribía esto sobre su pueblo natal: 
Sus primeros pobladores no ay duda fueron de los que primero poblaron a España o muy próximos descendientes de ellos, pues [ ] sobre las más de sus calles y aun en muchas otras partes de dentro y fuera de la Villa se ven silos: antigua avitación de los primeros hombres del mundo
 
Entrada a una cueva de una casa particular situada en la Plaza de la Constitución.
Este tipo de construcciones eran utilizadas antiguamente como fresqueras para conservar los alimentos o cuadras para el ganado o las bestias de labor.
La mentalidad popular las considera muy antiguas e incluso se contaban leyendas sobre ellas (de ésta en concreto se ha dicho que era "del tiempo de la guerra contra los moros").
¿Será esta cueva uno de los silos de los que nos hablaba Fray Juan de Valenzuela a mediados del siglo XVIII?


Al margen de la imaginación de la que estos antiguos valenzoleños hacían gala para ensalzar nuestro pasado es cierto que se han encontrado restos muy antiguos en nuestro pueblo y término municipal. Restos arqueológicos desde etapas tan tempranas de la Historia como el Paleolítico Inferior.


Los restos más antiguos: el Paleolítico.

El Paleolítico es la etapa más antigua, y también la más extensa, de la Historia de la Humanidad, su nombre significa "piedra antigua". Los grupos humanos del Paleolítico aún no conocían la agricultura ni la ganadería, vivían agrupados en bandas o tribus de cazadores y recolectores. 

La mayoría de los restos paleolíticos que se han conservado son de piedra, lo cual no quiere decir que estas gentes no fabricasen también herramientas con huesos, astas de animales o madera, sino que lógicamente es la piedra la que mejor se ha conservado hasta hoy. 

En nuestro término municipal se han encontrado restos dispersos de útiles paleolíticos, tales como puntas de flecha, raspadores, raederas o perforadores, todos ellos hechos con piedra. La mayoría se han encontrado en arroyos y ramblas, como el Arroyo del Pellejero, que en tiempos seguramente eran zonas con mucha más agua. Pero hay por todo el término, se han encontrado estos útiles de piedra hasta en zonas tan cercanas al pueblo como los Quiñones del Cementerio (Carretera de Pozuelo).
 
Se trata de hallazgos aislados, dispersos, el único lugar que puede considerarse un yacimiento arqueológico paleolítico es el paraje de la Rinconada, en esta zona situada al nordeste del término (lindando con el término de Almagro y equidistante entre los tres pueblos: Almagro, Valenzuela y Pozuelo) se ha hallado la mayor concentración de restos de herramientas y útiles paleolíticos. Este descubrimiento es antiguo, aparece ya mencionado en algunos artículos de los famosos "Cuadernos de Estudios Manchegos" de las décadas de los 50 y 60 del siglo XX.

Útiles prehistóricos del Paleolítico encontrados en el paraje de La Rinconada
Los grupos paleolíticos fabricaban estos útiles tallando piedra contra piedra,
y los usaban para cazar (como puntas de flecha o de lanza)
y descuartizar la carne de los animales que cazaban.


Todo parece indicar que se trataría de campamentos estacionales, donde estas gentes fabricarían las herramientas que iban a utilizar en ese momento (para cazar o descuartizar las piezas cazadas) y luego las dejaban allí. Probablemente eran bandas o tribus de cazadores que pasaban por aquí buscando zonas con agua o persiguiendo a los animales que cazaban.

A la etapa del Paleolítico le sucede la del Neolítico, cuando los grupos humanos inventan la agricultura, y comienzan a cultivar plantas y domesticar animales. Aparecen nuevas herramientas (azadas, azuelas, molinos) y la cerámica (para guardar semillas y frutos). 

En nuestra provincia no se ha encontrado nada prácticamente de época neolítica. Esto se ha intentado explicar por varias razones: 
  • El suelo de nuestra provincia - a excepción quizá de la zona del Guadiana - no es bueno para una agricultura primitiva.
  • Nuestra provincia es una provincia agrícola y puede ser que el laboreo intensivo haya destruido los restos de la agricultura neolítica, más aún si tenemos en cuenta que la zona más llana y más cultivada es la zona más fértil, el valle del Guadiana (toda la zona centro de la provincia).
  • Algunos investigadores también piensan que esta zona fue abandonada por los grupos humanos a finales del Paleolítico y no se volvió a poblar hasta el Calcolítico, siglos más tarde.
Incluso puede que se tratase de una conjunción de estos 3 factores, el caso es que no existen apenas yacimientos neolíticos en nuestra provincia. El único que se ha encontrado se encuentra sin embargo muy cerquita de nuestro pueblo: el yacimiento arqueológico de la Vega de los Morales, en Aldea del Rey, el hecho de que se encuentre en las estribaciones de Sierra Morena ha hecho pensar a muchos investigadores que se trata sencillamente de una prolongación del Neolítico andaluz.


Asentamientos de la Edad de los Metales.

En el Neolítico, el hombre se hace agricultor y ganadero, y más tarde comienza a usar el metal, primero el cobre (aparece la Edad del Cobre o Calcolítico) y después aprende la aleación con el estaño para hacer bronce (comienza la Edad del Bronce). Se trata de la Edad de los Metales en la que aparecen las primeras culturas con poblados permanentes y sociedades jerárquicas. 

En el Calcolítico o Edad del Cobre (3.000 - 1.800 a. C.) aparecen culturas o civilizaciones por toda la Península Ibérica, siendo la más avanzada la Cultura de los Millares (en la zona de Almería). Aquí en el centro, en la Meseta, empiezan a aparecer poblados, menos importantes pero que ya comercian con los pueblos de Levante y de la Cultura de los Millares.

En Valenzuela se han encontrado restos del Calcolítico muy cerquita del pueblo: en las terrazas del arroyo Pellejero, en la zona que hay entre el camino del Río y el Camino de la Sardina (o del Pozo Nuevo) se han encontrado herramientas fabricadas en sílex (un mineral fácil de tallar) y cerámica hecha a mano (aún no se conocía el torno de alfarero).

Útiles de Silex de época calcolítica encontrados en las terrazas del Pellejero.
Se trata de una zona por la que ha corrido el agua en ocasiones y que debido a su fertilidad se ha arado mucho, lo que ha hecho que salieran a la luz estos restos prehistóricos.
En la foto podemos ver lo que pudieron ser puntas de flechas o de lanzas, y cuchillos, probablemente para cazar o guerrear. 

En la Edad del Bronce (1.800 - 750 a. C.) se da una mayor evolución, aparecen culturas por toda la Península Ibérica y Baleares, ya con poblados más grandes y estables, y sociedades jerárquicas gobernadas por caudillos o jefes (no se sabe si eran ya reyes hereditarios). Las culturas más importantes siguen estando en la zona mediterránea: la Cultura del Argar (en Almería) y el llamado "Bronce Valenciano" (en Levante).

En el Campo de Calatrava y la Mancha aparece la llamada "Cultura de las Motillas" o "Bronce Manchego" que se caracteriza en nuestra zona por los poblados en altura, cuyo principal ejemplo lo tenemos muy cerca: el poblado de la Encantada, en Granátula de Calatrava.

Eran poblados situados en zonas altas, en cerrillos, desde donde se podía controlar extensas áreas fértiles para la agricultura, en este caso el valle del Jabalón. Desconocemos si esa gente vivía en alto para defenderse mejor de posibles enemigos (pudo ser una época de guerras y ataques de otros pueblos), o bien por cuestiones económicas: controlar los ríos, los pasos naturales y caminos para el comercio o el ganado, los campos de cultivo, los pastos, o la caza. 

De hecho, en nuestro término, todos los restos de esta época se han encontrado en zonas altas, en concreto en tres cerros: los Morrones, Los Chaparrillos y el Cerro de San Isidro. Está claro que por aquí pasarían las gentes que vivían en La Encantada.

Desde los Morrones y los Chaparrillos controlarían el valle del Jabalón, zona muy fértil, allí se han encontrado restos de cerámica fabricada a mano. 

Desde San Isidro controlarían toda la vega del Pellejero, todo el valle donde hoy se encuentra el pueblo. En la falda oriental de este cerro se han encontrado restos de cerámica mucho más elaborada que la de los Morrones y los Chaparrillos (quizá sea posterior) pero muy descontextualizada (fuera de su contexto original) quizá debido a las obras que aquí se han llevado a cabo (para construir la ermita, el porche y cocina, o el albergue).

El Cerro de los Morrones, al oeste de nuestro término, está constituido por dos morras de origen volcánico. El límite de los términos de Valenzuela y Almagro pasa entre ambas morras.
Se trata de una zona en alto desde la que se controla el valle del Jabalón, por ello fue zona de asentamiento en la Edad del Bronce, la erosión en su falda sur ha sacado a la luz fragmentos de cerámica de esa época. 


 
Restos de época ibérica.

La Edad del Bronce finaliza en Europa cuando los grupos humanos comienzan a trabajar el hierro (a partir del siglo VIII a.C.), cuando empiezan a fabricar hornos de fundición y a elaborar herramientas de hierro. Los pueblos que dominaban el hierro fabricaban mejores armas y podían así conquistar a otros pueblos, comienza la Edad del Hierro, cuyas culturas salen ya del anonimato típico de la Prehistoria al aparecer los primeros documentos escritos. 

En la Península Ibérica y Baleares aparece la cultura ibérica. Los íberos ya conocían el hierro, la cerámica a torno, tenían su propio alfabeto (aunque no se ha logrado aún descifrar), su religión y su arte (con ejemplos tan típicos como la Dama de Elche), vivían en poblados gobernados por reyes, príncipes o caudillos militares (llamados "régulos"), tenían sus propias leyes y una sociedad jerarquizada (con sus régulos, druidas, guerreros, artesanos, campesinos...). Se trata de nuestros antepasados directos, los nativos de la Península Ibérica, y sobre los cuales se irán superponiendo todas las culturas que vayan llegando con posterioridad (celtas, romanos, visigodos, musulmanes...etc.).

En Valenzuela se han encontrado restos ibéricos en 3 lugares: el Cosque, el Cerro de San Isidro y la Mina. Curiosamente los 3 situados en las sierras que bordean nuestro término por el sur (lindando con los términos de Granátula y Aldea del Rey).

Los íberos fabricaban cerámica a mano y a torno, en principio la pintaban con bandas rojas o anaranjadas, y más tarde evolucionaron a la cerámica de un solo color y decorada con dibujos geométricos.

El Cosque es una loma al sur de nuestro término municipal (lindando con el término de Granátula) donde se han encontrado restos de cerámica ibérica de color naranja y gris.

En el Cerro de San Isidro se han encontrado restos de cerámica ibérica fabricada a mano y a torno.

Fragmentos de cerámica ibérica encontrados en el Cosque.
En ellos podemos ver la decoración geométrica.


La Mina, es una loma situada en una de las terrazas del río Jabalón (suroeste de nuestro término) en la que se han encontrado restos de muchas épocas históricas, cuenta con una continuidad histórica increíble: desde la Edad del Bronce hasta la Edad Media. De época ibérica se han encontrado restos de cerámica muy variada.


Noticias y restos de época romana.

Los romanos conquistaron la Península Ibérica a partir del siglo II a.C., sometiendo a los pueblos íberos y celtas que aquí vivían. Crearon una nueva provincia de su imperio: Hispania (de donde deriva el nombre actual de nuestro país), y nos trajeron sus avances en arquitectura, su arte, urbanismo, leyes (el Derecho Romano, base del actual), religión (primero una religión propia, romana, y más tarde el Cristianismo) y hasta el idioma. Hoy hablamos una lengua que procede del latín, y somos un país católico y latino gracias a Roma.

En nuestro pueblo hay dos fuentes para conocer el posible pasado romano: por un lado los restos arqueológicos encontrados, por otro, la información oral que se tiene sobre posibles restos de época romana.

Los restos encontrados son fiables, las fuentes orales no tanto, tenemos que ser cautos a la hora de analizar las noticias sobre hallazgos romanos, hay que tener en cuenta que hasta hace poco tiempo todos los restos antiguos que se encontraban la mentalidad popular los achacaba "al tiempo de los romanos" (hoy es a "los moros"). Aún así, alguna gente culta de Valenzuela nos ha dejado evidencias de posibles restos romanos en nuestro término, e incluso en el propio pueblo.

El único lugar del término donde se han hallado restos romanos con total seguridad es el Cerro de la Mina, en concreto se han encontrado allí restos de cerámica, de ánforas (las ánforas eran unos vasijas alargadas que los romanos utilizaban para transportar vino o aceite), de tegulas (tejas planas utilizadas por los romanos en sus casas) y de ladrillo.      

Se dice también que muchos caminos del término están construidos sobre antiguas calzadas romanas (utilizadas posteriormente como cañadas y veredas para el ganado), e incluso se señala también como romano el Puente del Alguacil.

Es curioso que, al igual que los restos íberos se han encontrado en zonas altas (cerros) de la parte sur del término, los restos romanos son más numerosos conforme nos acercamos al río Jabalón. ¿Tendrá algo que ver con las villas romanas que se han encontrado en la otra orilla de ese río? en 1947 concretamente, se encontraron restos de una villa romana en el kilómetro 21 de la carretera que une Ciudad Real con Calzada de Calatrava ("carretera de la Fuensanta"). Quizá tanto la vereda de Valenzuela (que pasa por la misma Plaza), como el puente del Alguacil, como el posible asentamiento en la Mina, formen parte de un sistema de calzadas romanas que se dirigían hacia esas villas. Esta hipótesis se ve reforzada por ser esta zona, las orillas del Jabalón, rica en los balnearios y fuentes de aguas termales (como La Minilla, Fuensanta, Cochuro) que tanto gustaban a los romanos.
 
Puente del Alguacil, 
construido por los romanos sobre el río Jabalón.

Existen además noticias de restos romanos en el mismo casco urbano de Valenzuela. Mi tío Tomás (el sacerdote D. Tomás Malagón Almodóvar) se acordaba cómo siendo un niño - década de los 20 del siglo XX - vio que al empedrar las calles del pueblo los obreros sacaban algunas monedas romanas, o al menos muy antiguas. También recordaba que en casa de sus abuelos, Rosa y Tomás, había una extraña caja de piedra junto al pozo utilizada como abrevadero para las mulas y que luego resultó ser un antiguo sarcófago romano con inscripciones en latín, de esta noticia se hace eco también el historiador local Juan José Malagón Golderos, al igual que de una pila bautismal antiquísima que se encontraba en la casa de los Marqueses de Torremejía (hoy el edificio que alberga la Biblioteca y el Hogar del Jubilado) traída allí desde la iglesia cuando se compró la actual. 

Por desgracia todo eso ha desaparecido con el tiempo. En sociedades pobres y con mucho analfabetismo como las de antes, apenas se le daba importancia a esos restos, salvo escasas excepciones no se tenía conciencia histórica, pero por otra parte esa misma pobreza, esa misma carencia de todo, ha jugado a nuestro favor: la gente del pasado reaprovechaba todo, lo que ha permitido que algunas cosas se hayan conservado hasta la actualidad, como puede ser el caso del sarcófago romano que he comentado, y de las probables estelas visigodas que hay en los muros de nuestra Parroquia.


Restos de época visigoda: las estelas de la Iglesia.

En el siglo V cae el imperio romano y multitud de pueblos germánicos penetran en sus provincias creando nuevos reinos. A nuestro país llegan los visigodos que crean un nuevo reino con centro en la ciudad de Toledo.

En general, los visigodos fueron una minoría, se adaptaron a las instituciones y las ciudades de época romana, se convirtieron al catolicismo y se mezclaron con la población hispanoromana, por lo que apenas nos han dejado monumentos importantes. Aún así, tenemos ejemplos del legado visigodo muy cerca: la iglesia de Oreto-Zuqueca, en Granátula de Calatrava, que llegó a ser una ciudad importante y hasta sede obispal.

Es claro que las gentes de Oreto explotarían toda esta comarca, pero no lo es tanto que las cruces y símbolos que hay en muchas piedras y estelas de los muros de nuestra iglesia sean de origen visigodo como se ha defendido en multitud de ocasiones. Muchos símbolos pueden ser signos que hacían los canteros que tallaban esas piedras - a modo de los actuales "logos" comerciales - y las cruces pudieran pertenecer a las estelas de las antiguas tumbas que allí había. Recordemos que la plazuela de la iglesia y la misma iglesia fueron cementerio hasta 1829 cuando se construyó el Campo Santo en la carretera de Pozuelo. 

Tampoco descartamos totalmente que haya estelas visigodas con símbolos en algunos lienzos o muros de nuestra iglesia, como dejó escrito en ocasiones nuestro historiador local Juan José Malagón Golderos.


Una de las cruces que aparecen en las piedras de los muros
y alrededores de la iglesia parroquial.


La época islámica: tierra de frontera.

El reino visigodo de Hispania finaliza en el año 711 cuando los musulmanes llegados del norte de África conquistan la Península Ibérica, que ellos llamaron Al Andalus. 

Los musulmanes estuvieron en nuestra región entre los siglos VIII y XIII, aunque nunca fue una de las zonas más pobladas de Al Andalus, ellos prefirieron asentarse en las comarcas más fértiles y con grandes ciudades del valle del Guadalquivir y valle del Ebro.

En nuestro término no se ha encontrado resto alguno de estos siglos, pero curiosamente se sitúa en esta época el origen de nuestra iglesia parroquial, y con ello del origen del pueblo. 

En el siglo XIX, Hervás y Buendía en su famoso diccionario sobre los pueblos de la provincia de Ciudad Real decía que el origen de nuestro pueblo estaba en un pequeño castillo árabe que los primeros colonos cristianos convertirían en iglesia, y que hoy se encuentra representado en nuestro escudo. No hay pruebas fehacientes de esto, pero está claro que esta comarca, el valle del Guadiana, fue zona de frontera entre los musulmanes del sur y los reinos cristianos del norte, y por ello fue fortificada por los musulmanes, sobre todo en época almorávide. Muchos de los castillos que hay hoy en nuestra provincia, incluido Calatrava la Vieja y Calatrava la Nueva, fueron en origen fortificaciones o ciudades musulmanas.


Y finalmente llega la Orden de Calatrava.

A raíz de la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) en la que los reinos cristianos del norte (tropas de Castilla, Aragón y Navarra) vencen a los musulmanes (en ésta época de la secta almohade), los musulmanes se repliegan hacia el sur (ya solo les quedará el Reino de Granada) y toda la región comprendida entre los Montes de Toledo y Sierra Morena pasa a la Corona de Castilla. 

Los reyes de Castilla entregan esta comarca a la Orden de Calatrava, caballeros cruzados que debían defender y poblar este territorio. 

El Cerro de la Mina es el único lugar del término donde se han encontrado restos de época medieval, en concreto fragmentos de cerámica (jarras, asas, tejas), pero se desconoce si son ya de los siglos de dominio de la Orden de Calatrava.

En la parte suroeste del término existe también un paraje conocido como "Haza de Juan Gómez". Un haza es un pedazo de tierra labrado para sembrar. Allí vemos que hay unos cimientos de piedras, colocadas verticalmente y son argamasa ni barro, que debieron formar parte de una estructura con planta cuadrangular, quizás una casa de campo o cuadra, que para la época debió ser bastante grande. 

Esta construcción se ha datado a finales de la Edad Media o siglo XVI, y su nombre deja volar nuestra imaginación: 

¿Tendrá algo que ver con D. Juan Gómez (o González), el Maestre de la Orden de Calatrava que en 1284 donó la Dehesa de la Nava - muy cerquita de aquí - a los moradores de Valenzuela?  

¿Sería ese Juan Gómez de los Gómez, familia poderosa y terrateniente de la Valenzuela de los siglos XV o XVI? 

¿Será el mismo Juan Gómez, que según el historiador local Juan José Malagón Golderos, acompañó a Diego de Almagro en la conquista de Chile?

Restos de construcciones en el Haza de Juan Gómez, datados ya a finales de la Edad Media.

Todo son hipótesis por el momento. Lo que sí está claro es que a partir del siglo XIII, cuando los Maestres de la Orden de Calatrava comienzan a otorgar concesiones para atraer nuevos colonos a estas tierras - como en nuestro caso la concesión de los pastos de la Dehesa Vieja y Dehesa de la Nava - y comienzan a fundarse aldeas y villas, los restos materiales encontrados son más abundantes: nuestro término se ve surcado por los caminos de la Mesta (la Cañada Soriana y la vereda de Valenzuela) y salpicado de construcciones, tales como norias, pozos, albercas, chozos de pastores, casas de labor, refugios de cazadores, hatos para el ganado, eras para el cereal, lavaderos, cosques, acequias, cuadras o corralas para los rebaños, pozos artesianos, adoberas, muladares....etc.

Todo ello ejemplos de nuestro patrimonio material y etnográfico, y que constituyen hoy pequeños vestigios de un inmenso y desconocido pasado histórico. Somos muchos los que - como el historiador Corchado Soriano - deseamos que el conocimiento de ese pasado resulte cada vez más fructífero.

martes, 19 de marzo de 2013

Mañana será Historia: Inauguración Semana Santa 2013

El pasado Sabado 16 de marzo se celebró en el auditorio municipal "D. Tomás Malagón" la presentación del cartel anunciador de la Semana Santa 2013. En el acto participaron representantes de las 4 cofradías de la localidad: la Hermandad del Cristo de la Clemencia, la Hermandad de la Vera Cruz, la Hermandad de la Virgen de los Dolores, y la Hermandad del Santo Sepulcro, a parte de nuestro párroco, D. Ángel Daniel.
  
Hermandad del Santo Sepulcro
"Los Armaos".

Se decidió que cada año se hablaría sobre la Historia de una de estas 4 cofradías, este año la exposición estuvo a cargo del representante de la Hermandad de la Vera Cruz, la más antigua de entre las cofradías que aún están vigentes en la localidad, pues data del siglo XVI, haciendo un repaso desde su fundación hasta nuestros días, centrándose en las fuentes para conocerla (el libro de actas que se conserva en nuestro Archivo Parroquial), las celebraciones y función social con los pobres y enfermos que llevaban a cabo, y su fiesta (las colaciones que se celebran aún el Día de la Cruz).
  

Nuestro párroco habló del nombramiento del nuevo Papa y la importancia de la onomástica en el Pontificado. La Banda de Cornetas y Tambores del Santo Sepulcro, "los armaos", nos deleitó con las nuevas canciones que va a incorporar a su repertorio esta Semana Santa, y por último todos los asistentes disfrutamos de bebida típica de nuestras fiestas (la famosa limoná) y dulces de Semana Santa (los rosquillos).

lunes, 18 de febrero de 2013

Historia de Valenzuela de Calatrava

Los orígenes históricos más remotos de lo que hoy es el núcleo poblacional de Valenzuela de Calatrava parece ser que se encuentran en un pequeño castillo o fortaleza de época andalusí, probablemente almorávide, que se piensa pudo estar situado en el solar de la actual parroquia. No obstante, en el territorio comprendido hoy en su término municipal se han hallado restos de época prehistórica, ibérica, y medieval. 


En el contexto de "Reconquista" de la Península Ibérica por los reinos cristianos a costa de Al Andalus, la batalla de las Navas de Tolosa (1212) constituirá un hito importante. A partir de este hecho, los musulmanes se repliegan al sur de Sierra Morena creando el reino nazarí de Granada, mientras los cristianos colonizan enormes territorios de la Meseta sur y valle del Guadalquivir, es entonces cuando toda nuestra comarca pasa al poder de la Corona de Castilla, y ésta la entrega para su repoblación y defensa a la Orden Militar de Calatrava, pasando a conocerse esta zona con el nombre de Campo de Calatrava. 

A partir de entonces los privilegios maestrales serán fundamentales para la repoblación de las nuevas villas o aldeas. Valenzuela era una pequeña aldea, sujeta en el plano administrativo y jurisdiccional a la ciudad de Almagro, los Maestres darán privilegios y facilidades a la gente para que se instalen en estas villas y aldeas como colonos, el hecho de que algunas cañadas o veredas ganaderas atraviesen nuestro término debió contribuir a qué el pueblo se fuese habitando y formando, así como el aprovechamiento de las dehesas que hay al sur y oeste del pueblo.

Entre 1267 y 1284 fue Maestre de la Orden de Calatrava, D. Juan González, que otorgó a los vecinos y moradores de Valenzuela la Dehesa del Moral, situada a poniente, para que sus ganados pudiesen pastar. 

Más tarde, en 1322, el Maestre D. Juan Núñez de Prado (que gobernó la Orden entre 1322 y 1355) cedió también la Dehesa del Juncar de la Nava.

Estas donaciones de pastos contribuyeron enormemente a la repoblación de Valenzuela, que se convirtió en una de las 130 encomiendas de la Orden de Calatrava (1331) y alcanzó a finales del siglo XIV los 100 vecinos (cada vecino era una familia).

El nombre de Valenzuela tradicionalmente se ha relacionado con la fertilidad de su tierra. Según el historiador Inocencio Hervás y Buendía se trataría de un diminutivo de Valencia por su situación en zona de huertas. En las Relaciones Topográficas de Felipe II (1ª contestación), no sin escasa imaginación, se dice que se llamó "Valencia de los Olores" “respecto de los huertos que en el había y muchas arboledas”. Una versión, de tradición oral y por tanto poco verosímil, lo atribuye al nombre de un coronel cuya viuda cedió estas tierras a sus pobladores con la condición de que le pusiesen a la villa el apellido de su esposo. Mientras que una teoría más actual lo relaciona con el topónimo “Val-“ (valle o lugar rodeado de montañas) y “-hazuelas”. Pero nada está probado a día de hoy.

Durante toda la Edad Media Valenzuela se encontró inmersa en la poderosa Orden de Calatrava, y durante la mayor parte del tiempo sujeta a la jurisdicción de la sede de esta Orden, Almagro. 

El siglo XVI fue de crisis por las epidemias y malas cosechas, estando el pueblo en 1507 a punto de desaparecer, cuando su población se vio reducida a tan solo 13 vecinos, y la Chancillería de Granada la condenó a ser aldea de Almagro. 

Durante todos estos siglos, el Concejo de Valenzuela pleiteará con los pueblos vecinos – Granátula y Almagro sobre todo – por cuestiones de pastos en las dehesas y sobre todo para recuperar su título de villazgo.


La tan ansiada libertad no llegará hasta el año 1538, cuando Valenzuela recupere la categoría de “villa de por sí con jurisdicción alta y baja, y mero, y mixto imperio como antes solía” mediante pago de 2.000 ducados a la Real Hacienda, necesarios para las guerras que Carlos I estaba llevando a cabo en Europa y el Mediterráneo. Como muestra de gratitud el Concejo adoptó como armas propias el águila bicéfala del emperador, junto a la Cruz de Calatrava (a cuyo señorío perteneció), el castillo (a cuya sombra se cobijaron los primeros pobladores) y el toisón de oro de la ciudad de Almagro. La Carta de Villazgo, joya de nuestro patrimonio documental, se encuentra custodiada en el Archivo del Ayuntamiento, mientras que el escudo puede verse en nuestra Parroquia.



Sin embargo, poco tiempo conservó Valenzuela su libertad. En 1554 la princesa Dña. Juana, acogiéndose a las autorizaciones pontificias para enajenar y vender bienes y vasallos de las Ordenes Militares, vende la villa, su término y su jurisdicción por 10.164.068 maravedíes a Diego Alfonso de Madrid (converso enriquecido, regidor perpetuo de la Ciudad de Almagro e hijo de Marcos de Madrid, tesorero de la Orden de Calatrava). 

Valenzuela se convierte así en Señorío y Diego Alfonso en su primer Señor, ostentando todos los derechos que anteriormente pertenecían a la Orden de Calatrava (excepto el Pedido de San Miguel), a parte de una renta anual de 170.000 maravedíes, y otras prerrogativas, como el poder de nombrar un corregidor que gobernase y administrase el Señorío en su nombre, presidir el ayuntamiento, e impartir la justicia civil y criminal. Pero según nos cuentan las llamadas "Relaciones Topográficas de Felipe II", este primer Señor no se portó muy bien con sus nuevos vasallos, los abusos e impuestos fueron tan desmesurados que de nuevo Valenzuela se empobreció y perdió población.  

Descendientes de Diego Alfonso de Madrid serán los Zúñiga, hidalgos almagreños que gobernaran la villa durante el siglo XVII, y en la centuria siguiente, los Osorio, uno de cuyos miembros conseguirá en 1773 el Marquesado de Torremejía como pago a sus servicios de armas en Italia.


Durante estos siglos Valenzuela vivirá de la agricultura y la ganadería, siendo la institución de la Mesta y las cañadas ganaderas que atraviesan el término importantísimas para su desarrollo económico y demográfico. 

Los Señores y Marqueses de Torremejía contarán con monopolios (como el molino, la bodega y la almazara), nombrarán alcaldes mayores o regidores, otorgarán los cargos del concejo y serán grandes propietarios de tierras y rebaños, mientras sus súbitos se dividían en clases sociales, desde los más pudientes, ricos labradores que controlaban los cargos del Concejo y los pastos de las Dehesas (como las familias de los Galindo y Palacios en el siglo XVI o los Almodóvares en el siglo XVIII), hasta los jornaleros o pobres de solemnidad que solo tenían sus manos o la caridad como forma de ganarse el sustento.

La agricultura se basaba en las huertas de la llamada "Vega de Valenzuela", junto al cereal, la vid y el olivo, apareciendo en el siglo XVIII cultivos industriales como el zumaque, la patata y el tomate. La ganadería estaba en manos de los grandes propietarios que poseían grandes rebaños de ovejas y mayorales (pastores) que las cuidaban, sobre todo en las Dehesas. Los pleitos por cuestiones de pastos y amojonamientos entre el concejo de Valenzuela y el de Granátula (en la Dehesa Vieja y la Dehesa Nueva, al sur del término) o el de Almagro (en la Dehesa de la Nava) serán una constante en la Historia de Valenzuela desde la Edad Media hasta bien entrado el siglo XIX. También habrá ganado de cerda, caprino y bestias que se criaban para la labor, como los bueyes (muy escasos), los asnos y las mulas (se llegaba a contabilizar la riqueza de una familia en función a las yuntas de mulas que poseyese).  

La villa será rica en fiestas y tradiciones. A las antiguas cofradías medievales, como la de Santa María o Nuestra Señora de la Nava, vinieron a sumarse otras, como la de la Vera Cruz (fundada en 1552), la del Santísimo Sacramento, la Soldadesca de Nuestra Señora del Rosario, y más tarde la del Cristo de la Clemencia. Cada una de ellas con su organización, imagen, insignias y fiesta o colación.


Otras fiestas más antiguas desaparecerán, como las promesas o votos a San Agustín y a Santa Marina, que habían tenido mucha devoción entre los valenzoleños medievales debido a que les atribuían milagros como el haber salvado al pueblo de epidemias y a sus campos de las plagas de langosta. 

También se arruinarán y desaparecerán las ermitas medievales: Santiago de Villamar (que se encontraba en la Dehesa de Valdelope, hoy término de Aldea del Rey), Nuestra Señora de la Nava y San Agustín, sobre los cimientos de esta última se construirá a finales del siglo XVII la ermita del Cristo de la Clemencia, famosa por sus milagros, y sede de una nueva cofradía.


El siglo XIX será un siglo convulso, sobre todo en su primera mitad, Valenzuela se verá afectada por la Guerra de la Independencia contra los franceses (acuartelados en Almagro pero que saquearán Valenzuela en diversas ocasiones) y las sucesivas Guerras Carlistas, en las que combatieron la mayoría de los jóvenes del pueblo, sobre todo en las filas de las tropas nacionales o isabelinas que defendían a la reina Isabel II y la Constitución de 1837. En la plaza del pueblo se construyó un fuerte que no evitó que tropas carlistas entraran varias veces en Valenzuela saqueando y robando.

Los Señoríos serán suprimidos por las Cortes de Cádiz (1812) pero los Marqueses de Torremejía seguirán manteniendo sus propiedades e influencia social en Valenzuela, a parte de algunos privilegios como el de ser "Patrones Protectores de la Parroquia" y cobrar la mitad de los arriendos de los pastos de las dehesas de propios. 

Con el fin de estas guerras en la década de los 30 da comienzo del proceso desamortizador (la venta de tierras de la iglesia y el concejo) y se pone en explotación el campo, llega el capitalismo agrario que trajo a nuestra comarca una época, un siglo, de prosperidad. Entre una guerra y otra, entre el final de la etapa más cruda de las Guerras Carlistas en la década de los 30 del siglo XIX y el comienzo de la Guerra Civil de 1936, se producirá la etapa de mayor florecimiento de Valenzuela, y en general de toda la comarca, con una gran expansión de la agricultura, el comercio y la artesanía, Valenzuela creció interrumpidamente hasta llegar a superar los 2.000 habitantes en las primeras décadas del siglo XX. 

Aparece una sociedad típicamente clasista, en cuya cúspide se situaba una burguesía rural, enriquecida por el proceso desamortizador, y que controlaban el poder político local (el ayuntamiento) y tenían muchas fincas y cabezas de ganado, dedicándose además a la artesanía (por ejemplo, la carretería) o las profesiones liberales (como escribanos del ayuntamiento o el pósito, maestros de primeras letras, sacristanes, abogados, médicos), eran los "Labradores" o "Propietarios" ("los del pueblo"), con familias cuyo poder ya venía de la época del Señorío (como los Gutiérrez, los Malagón o los Almodóvar) o se enriquecieron ahora (como los Mauro, los Arredondo o los Segura), algunos llegados de lejos (los Mauro eran de la provincia de Valladolid, los Arredondo de Almodóvar del Campo, los Segura de Miguelturra, los Ortega de Ciudad Real, los Cruz de Picón, los Pines de Manzanares...etc.). 

Esta "oligarquía agraria" será la que levante a finales del siglo XIX y principios del siglo XX las grandes mansiones del pueblo (como la casa de los Mauro o de los Blases), siendo su zona residencial preferente las dos plazas (la del ayuntamiento y la de la iglesia) y sobre todo la calle que une ambas y los alrededores de la iglesia. La casa y propiedades de los Marqueses de Torremejía comprendía toda la zona que desde la plazuela de la Iglesia y la calle de la Iglesia se extendía hacia el este (donde hoy está la calle Marqueses de Torremejía, el colegio público, el auditorio, la biblioteca y el Hogar del Jubilado).

En la base de esta sociedad, la mayor parte del pueblo, trabajaba como jornaleros, más o menos humildes, para los anteriores, eran "los del campo". Vivían en condiciones humildes y de las faenas agrarias de cada temporada, el pastoreo, o como peones en las obras públicas del ayuntamiento. Los que más suerte tenían podían pasar a ser administradores o capataces de los bienes de las familias ricas, o como guardas de sus fincas o mayorales de sus ganados. El pósito del cereal se encontraba en la plaza (donde hoy está el bar de la plaza).

Los más pobres recurrían incluso a la mendicidad o la caridad pública, eran los llamados "pobres de solemnidad". 

Pero también habrá algunas familias dedicadas al comercio y la artesanía. Eran una especie de clase media dedicada a oficios como el comercio o la venta ambulante, la panadería, la fragua, la carpintería, la construcción (alarifes se llamaba entonces a los albañiles) o la carnicería. Con familias como los Ortega, y posteriormente los Romero, dedicados a la fragua (herraje de las mulas sobre todo), los Fernández y los Naranjo dedicados a la construcción (procedentes de Argamasilla de Calatrava y Torralba respectivamente), los Cañizares y Ávila que tenían comercios de comestibles, o los Imedio o Malagón, familias de panaderos procedentes de Carrión de Calatrava.

La gran mayoría de estas familias de clase media y baja vivían en las 4 manzanas que constituyen el casco principal del pueblo, formadas por una vía principal que va de norte a sur: Calles Dehesa - Plata (en torno al camino que desde Pozuelo iba a las dehesas nueva y vieja) y sus calles paralelas: Calle del Árbol (actual General Aguilera) y Calle del Santo Cristo, y las calles perpendiculares, con orientación este-oeste (dirección Almagro-camino del Río Jabalón): Silos (actual Calle Real), Pajares (actual López Cruz) y Camino del Río y Calle del Charco. Manzanas enormes con inmensos corrales en su interior. 

Las casas eran humildes, construidas de tapial y adobe, las casas constaban de solo una habitación, donde solía vivir una familia, con chimenea, y como mucho una cocina, además había corrales para el ganado o las bestias de labor, silos y cuevas para guardar los alimentos, y las cámaras en la parte alta donde se solía almacenar el cereal. 

Durante la segunda mitad del siglo XIX se empiedran las calles, se reforma el antiguo ayuntamiento, se construye la plaza (destruyéndose para ello el rollo jurisdiccional o picota que allí había) se canaliza el arroyo Pellejero con zanjas, se construye una prensa o molino aceitero, el pósito del cereal, las primeras escuelas y puesto médico, y ya se había trasladado el cementerio a las afueras del pueblo (en 1829). Aparecen comercios, talleres de carpintería, panadería, carnicería pública, fragua, e incluso el casino. Valenzuela atrae gente de toda la comarca y aún de más lejos, sobre todo en épocas de faenas agrarias como la recolección de la aceituna y sobre todo la siega del cereal. 


En la primera mitad del siglo XX Valenzuela continuará siendo un pueblo agrícola pero se construirán en el pueblo gran cantidad de obras públicas, como la glorieta, el cuartel de la Guardia Civil o el edificio de las escuelas nacionales (que se habilitó en el antiguo pósito), llegará la luz eléctrica, el teléfono y el telégrafo. 



La década de los 30 del siglo XX, con la agitación política que supuso la II República y sobre todo la Guerra Civil, puso fin a esa etapa de crecimiento y relativa prosperidad. La segunda posguerra, aparte de hambre y miseria, conllevó los comienzos de la mecanización y la modernización agraria. La población rural comenzará a emigrar a otras regiones más ricas e industriales del país, e incluso del extranjero. Hubo una primera emigración en masa antes de la Guerra Civil que tenía como destino la zona minera de Puertollano, a partir de los 50 y 60 hay algunos trabajadores que se van a Alemania u otros países ricos de Europa (como Francia y Suiza) pero sobre todo, la mayoría se dirigirán a las regiones industriales del país: Cataluña, Madrid, levante y País Vasco (por ese orden).

Éxodo rural, sangría demográfica, cuyos efectos aún pueden verse en la actualidad.

En el último tercio del siglo XX, la transición a la democracia y la modernización de nuestro país traerá mejoras económicas y servicios sociales para todos nuestros pueblos, como podemos observar en las importantes obras públicas llevadas a cabo durante estas últimas décadas: alcantarillado, viviendas sociales, biblioteca, consultorio médico, piscina municipal, residencia de ancianos, nuevas escuelas, polideportivo, albergue juvenil, auditorio….etc. Progreso en el ámbito rural que esperemos continúe. 



Patrimonio artístico y arquitectura popular

La Iglesia Parroquial de San Bartolomé data, según las Relaciones de Felipe II, de 1560, cuando los primeros moradores del pueblo la edificaron sobre el solar del antiguo castillo árabe, y utilizando materiales reutilizados, por ello, en muchas de las piedras de sus muros se pueden contemplar cruces y motivos geométricos, aunque no está claro de qué época son, muchos los consideran visigodos, o al menos medievales, y pudiera tratarse también de estelas del antiguo cementerio que hasta 1829 estaba en los alrededores y la misma iglesia. 

Se trata de un templo de planta basilical, con ampliación hacia el ábside, tejado a dos aguas, y sin torre, rematado por una espadaña donde se sitúa el campanario.


Su interior consta de una única nave y un coro, así como dos capillas laterales más recientes. En siglos anteriores, los muros alojaron pequeñas capillas, hornacinas o nichos, utilizados como panteones privados de las familias más pudientes (siglo XVI) o como pequeños altares para las imágenes de las cofradías. 

Se sabe gracias a los testamentos devocionales de los valenzoleños que en los siglos XVIII y XIX se albergaban en el interior de la iglesia las imágenes de Nuestra Señora del Rosario y Nuestra Señora de los Dolores (cada una en su altar), un San Miguel Arcángel (sobre una pequeña tarima), un Cristo de las Ánimas y un Santísimo Sacramento. En el siglo XIX se añade un San Bartolomé. Ninguna de estas tallas religiosas se ha conservado hasta la actualidad debido a la quema de imágenes producida durante la Guerra Civil de 1936.

Sin embargo, si que se conservan algunos restos de pinturas y frescos medievales en estos muros, destacando una capilla con la representación de “La Conversión de San Pablo”, datada en la Edad Media. 

En el siglo XVIII todo el interior de la iglesia se remodeló en un estilo neoclásico adquiriendo el techo su actual forma ovalada y perdiéndose probablemente muchos de los frescos que la adornaban.

En 1901 culminan las obras de construcción de la “Capilla de Nuestra Señora la Virgen del Rosario”.



El retablo del altar mayor se construyó en 1772 y es obra del arquitecto y escultor almagreño Juan Joseph Mollor y Briones. Es de madera policromada y con 3 cuerpos, albergando el central la imagen de San Bartolomé, y coronado todo el conjunto por un escudo con los apellidos ilustres de los Señores de Valenzuela y Marqueses de Torremejía (Mejía, Osorio, Zúñiga y Villarreal), “protectores” que fueron de la Parroquia. Contaba con dos alas laterales que fueron destruidas durante la Guerra Civil Española de 1936. Su última reforma importante se llevó a cabo en 1965.


La iglesia también alberga una talla medieval de una virgen sedente con un niño, fechada entre los siglos XII y XIII, típica del primer gótico, se trata de la imagen más antigua de nuestra localidad (la mayoría fueron destruidas en la Guerra Civil de 1936) existiendo pocos ejemplos en nuestra provincia, se encontró en el pajar de una casa particular y se piensa que pudiera tratarse de Nuestra Señora de la Nava, a la que los valenzoleños medievales rendían especial culto y devoción.



De finales del siglo XVII, pero construida sobre las ruinas de la anterior ermita de San Agustín, es la ermita del Santo Cristo de la Clemencia, de estilo barroco. En origen el templo contaba con una sola nave, era la típica iglesia "de cajón", pero con posterioridad se le añadió una segunda nave transversal que dota al conjunto de planta en forma de cruz latina. 


La intersección entre ambas naves se salva con una falsa bóveda de cañón sustentada por pilastras adosadas al muro, en cuyo interior hay una cúpula, en las pechinas podemos ver 4 escudos policromados con imágenes de los 4 evangelistas y sus respectivos símbolos. 

Hasta la Guerra Civil de 1936 el templo albergaba 3 imágenes: el Santo Cristo de la Clemencia, como advocación y presidiendo en el centro, en el altar mayor, y a ambos lados las dos advocaciones de las ermitas anteriores: Nuestra Señora de la Nava y San Agustín. Imágenes a las que los valenzoleños de los siglos XVII al XIX rendían una gran devoción (más incluso que a las que había en la Parroquia).

Hoy, en la cabecera del altar mayor se encuentra la imagen del Santo Cristo de la Clemencia, acompañado a ambos lados y en los muros por varias imágenes compradas por el pueblo durante la última posguerra, como San Antón y un Cristo nazareno. Históricamente, a esta ermita el pueblo le atribuía un curioso milagro relacionado con la luz de sus velas, siendo también muy interesante su rica iconografía y su simbología.


La Ermita de San Isidro se encuentra a escasos kilómetros del pueblo, y sobre el cerro del mismo nombre (en la antigua Dehesa Nueva y paraje de las Canteras). Templo dedicado a la advocación del patrón de los agricultores. Construido en 1957 por la iglesia parroquial y la Hermandad de Labradores. 

Se trata de un templo sencillo de una sola nave o planta, reconstruido totalmente hace unos años, y que en origen era blanco, encalado, y hoy de piedra. 

Los alrededores de la ermita cuentan con un porche y cocina campera, e importante zona de recreo, donde en 2009 se construyó un albergue juvenil y zona de ocio que lleva el nombre de “Balcón de Calatrava” precisamente por las vistas que desde aquí se pueden disfrutar del pueblo y que constituyen un claro ejemplo del paisaje típico de la comarca.


La arquitectura popular de Valenzuela es la típica de casas encaladas de una o dos alturas, siendo la superior en ocasiones una cámara de bajo techo usada como almacén de cereales. Techadas con teja árabe y zócalo de mampostería azulado. Puertas y ventanas de madera, y chimenea. Los patios y corrales solían ser de tapial de tierra o adobes. Hasta la década de los 60 del siglo XX, esta fisionomía dotaba a todo el pueblo de un predominio del color blanco que hacían destacar sobre todo el conjunto o paisaje urbano a la iglesia parroquial, la ermita del Cristo y la casa mansión de la familia Mauro, cuya construcción en piedra le daban un color más pardo o anaranjado. 

Las casas de las familias más pudientes se articulaban en torno a un patio central porticado, con columnas de madera o piedra. En algunas casas situadas en la manzana, que hasta los años 60 ocupó la casa de campo y el huerto de los Marqueses de Torremejía, pueden encontrarse aún escudos nobiliarios.





Fiestas tradicionales

Las fiestas patronales son en honor a Nuestra Señora del Rosario. El día grande es el primer domingo de octubre, dando comienzo las fiestas el viernes anterior con la inauguración por parte de las autoridades y el pregonero elegido para ese año, y la cena de gala. El sábado hay ofrenda de flores a la patrona por la tarde, y Rosario de la Aurora el domingo de madrugada, en cuya noche se celebra la procesión principal. Todo ello acompañado por otros actos y actividades. El lunes se lleva a cabo la puja o subasta de las insignias de la Virgen (banderas y palos), siendo la principal la jineta, bastón de mando del siglo XIX (perteneció a uno de los últimos Marqueses de Torremejía, D. Blas María de Alfaraz y Osorio) y cuyo portador actúa como mayordomo mayor o cargo principal en las fiestas del próximo año. Los nuevos portadores de las insignias son “pingorreados” en la Plaza. El martes hay concurso de comida popular por peñas y las actividades continúan hasta el domingo siguiente, o “domingo de la octava” cuando se vuelve a sacar a la patrona en procesión.


El origen de esta fiesta se encuentra en el siglo XVI, aunque la cofradía se fundó en 1617, en principio como Soldadesca, lo cual era típico en el Barroco, con todos los cargos militares y trajes de soldados de la época. En el siglo XVIII el mayordomo o encargado de la fiesta daba una colación o comida y posteriormente en la plaza pública las autoridades (cura y alcalde) rifaban la “bandera de la Virgen” nombrando así mayordomo para el próximo año, la jineta no aparecerá hasta mediados del siglo XIX.


El 17 de enero se celebra San Antón, en la víspera se hacen hogueras y al día siguiente misa y procesión en la que se bendice a los animales. Hasta la década de los 70 era la fiesta principal de los agricultores, se adornaba y engalanaba a las mulas u otras bestias de labor y se daban 3 vueltas con ellas al pueblo, también se hacían carreras de caballos, mulas y asnos en el Camino del Río, y los propietarios tenían por costumbre invitar a una comida a sus trabajadores o gañanes.

El 1 de marzo se celebra el Día del Ángel, en el que los grupos de amigos y las familias van a comer y a pasar un día al campo. Es la bienvenida a la primavera.

El 3 de mayo la Fiesta de la Vera Cruz, la Hermandad más antigua de las vigentes en la actualidad en Valenzuela. Fundada en 1552, fue en origen una Cofradía dedicada a la beneficencia (limosnas, asistencia a enfermos, sufragio de entierros de pobres) por lo que atrajo a las clases populares, era la cofradía "de los pobres o trabajadores" y por ello la más numerosa. 

Sus oficios en Semana Santa eran muy duros pues era también una Hermandad de penitencia. Había 3 mayordomos que daban la “colación” (comida de Hermandad), uno en la víspera, otro por la mañana y otro por la tarde del día 3 de mayo, se hacía la procesión, y además había una curiosa ceremonia: la del perdón, que consistía en que todos los hermanos se pedían perdón los unos a los otros por los agravios u ofensas que hubiesen podido cometer. Era una Hermandad basada en la solidaridad y ayuda mutua entre sus componentes, con una gran preocupación sobre la muerte y la salvación. 

En la actualidad se hacen solo las dos colaciones de su día y la procesión. La imagen primitiva de la cruz fue comprada en Almagro en el siglo XIX y fue quemada durante la Guerra Civil de 1936, la actual la construyó un carpintero del pueblo a escondidas durante esa guerra, y es idéntica a la destruida anteriormente.


Fiesta de San Isidro Labrador, el 15 de mayo. Cobró importancia como patrón de los agricultores a partir de la posguerra, promocionada por la Hermandad de Labradores y Ganaderos. Antes de la construcción de la ermita se hacían concursos de arado en los alrededores del pueblo, hoy es una romería o día de campo en los alrededores de la ermita, donde se celebra una misa y procesión con bendición del campo por parte del cura párroco.


Fiesta y procesión del Cristo de la Clemencia, el día 14 de septiembre. La ermita dedicada a esta advocación es del siglo XVII pero la Hermandad y Cofradía no se fundó hasta 1817. En origen se trató de una hermandad elitista, en la que se apuntaban los miembros de las familias más acomodadas del pueblo (anteriormente este papel había correspondido a la Hermandad del Santísimo Sacramento). Esto explica por qué el cura y los alcaldes siempre eran hermanos de esta cofradía, y la rivalidad que mantenía con la de la Vera Cruz.

Antes de su fiesta un hermano cantaba “Las Novenas”, y en el día de antes las “Primeras Vísperas”, el día del Cristo se celebraban 3 colaciones o comidas de hermandad por parte de mayordomos que tenían promesa, después se celebraba Misa Solemne, procesión y un acto de oración individual. Era una Hermandad basada en la oración y la meditación. 


Con el tiempo, la fiesta cambió bastante y hoy se da una colación por parte del hermano cofrade que le toque ese año, y por la noche una procesión que termina en subasta o puja de productos típicos del campo o dulces en el patio de la ermita y con vistas a recaudar fondos para la hermandad. Los cofrades también reparten garbanzos y “limoná” entre los asistentes. 

Este tipo de colaciones, con "limoná" y "puñao" (de garbanzos) han sido siempre muy típicos en todas las fiestas tradicionales de Valenzuela.